jueves, 24 de diciembre de 2009

Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la impunidad

Hay un bien precioso que ha sido acaparado desde hace mucho tiempo por los políticos, los funcionarios, los adinerados, los poderosos y los delincuentes, al mismo tiempo que se le ha negado a la población en general. Pero ha llegado el momento en que el pueblo reciba lo que se merece. Es hora de que todos disfrutemos de la impunidad.


(Foto: Olli-Pekka Orpo)

La prueba de que el libertinaje es derecho de todos es que viene programado en nuestros genes. Es por ello que la infancia es un tiempo maravilloso para la impudicia. Cuando somos pequeños, esclavizamos a nuestros padres, quitándoles incontables horas de su precioso sueño para que nos cambien el pañal, nos den de comer y nos saquen el aire. Y si falta algo más, basta un berrinche de buen calibre para lograr que todo sea miel sobre hojuelas.

lunes, 21 de diciembre de 2009

El dolor del cambio

Después de luchar por muchos años, ha empezado a perder la batalla, y es cada vez más evidente que su fin está cerca, muy cerca. Aunque desde hace varios meses su desgaste era evidente, hoy apenas puede realizar las más mínimas tareas. Por dentro, todos sus sistemas principales le están colapsando y yo sé que debo prepararme para lo inevitable: cambiar de teléfono celular.


(Foto: Malek Chamoun)

jueves, 12 de noviembre de 2009

La responsabilidad como entretenimiento


(foto: Dave Reede)

Parece ayer cuando lo divertido era ser un negligente. En mis tiempos, uno le daba largas sin fin a las tareas desagradables, posponiendo lo pesado, tedioso o repetitivo para enfocarse en el descanso y la relajación. Cualquier cosa que tuviera los más tenues indicios de obligación era evitada como si fuera el Demonio mismo. Durante generaciones enteras, la vagancia y la holgura fueron los ideales a los cuales el ser humano aspiraba a todo lo largo de la vida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Festejos anticipados


(foto: GK & Vikki Hart)

Desde hace un par de semanas, los villancicos resuenan en la radio, e imágenes de Santa Claus, renos y osos polares nos sonríen cada vez más frecuentemente desde las carteleras, las revistas y la televisión. Es indudable: la época navideña ha llegado. Nadie diría que falta todavía mes y medio para el 25 de diciembre.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Realidades artificiales



Desde hace un par de semanas que está en cartelera una nueva película de ciencia ficción con actores famosos y montones de efectos especiales. La cinta ha sido hecha trizas por la crítica y no ha terminado de gustarle al público, pero la premisa que este filme presenta bien vale la pena ser analizada, pues la ciencia ficción, a pesar de que parece hablar únicamente de viajes interestelares, fantasiosos futuros y marcianitos, en realidad siempre habla de lo mismo: de nosotros.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El que espera...


(foto: Tom Merton)

Ya hace rato que estoy detrás de una cierta dama, que no siente nada por mí y apenas sabe que existo. Al mismo tiempo, hay una jovencita que está detrás de mí, quien no me gusta para nada, ni siquiera para amiga. Tarde o temprano la vida nos separará y es probable que no volvamos a vernos. Pero hasta entonces los tres seguiremos haciendo cola en el banco.

jueves, 29 de octubre de 2009

Sinvergüenzas


(foto: Uno Momento Fotografía)

Hoy vamos a hablar de una de esas lamentables desigualdades que imperan en la sociedad. Es algo de lo cual a unos les ha tocado tener bastante, a otros no tanto y a algunos más no les ha tocado tener ni pizca. Y es una lástima, porque si algo necesita todo ser humano, es una buena dosis de pudor.

lunes, 26 de octubre de 2009

La vida empieza a los cincuenta



Como quien no quiere la cosa, hemos arribado al quincuagésimo artículo publicado en este blog, un momento muy propicio para detenerse unos instantes y agradecer a mis lectores.

Gracias por exponer su cordura y su intelecto a los variados delirios plasmados en este blog. Espero sinceramente haberlos entretenido sin haberles causado demasiados traumas ideológicos. Mi especial gratitud para quienes decidieron apartar unos minutos de sus ocupadas vidas para dejar unos comentarios. Se aprecia de verdad. Leer las opiniones de quienes lo leen a uno es parte de los grandes placeres de escribir un blog como éste.

jueves, 22 de octubre de 2009

Pecador, ¿yo?


(foto: Garry Wade)

Creo que todos estamos de acuerdo que pecar es malo. Al igual que la venganza, mata el alma y la envenena. Sin embargo, hay ciertas actividades que han sido clasificadas como pecado de forma totalmente arbitraria e injusta.

Por ejemplo, la envidia es algo muy necesario, pues nos permite manejar la insatisfacción que sentimos cuando el éxito ajeno supera al propio por razones justificadas o injustificadas. Y es porque no nos gusta ver triunfar al prójimo, que nos encanta verlo malbaratarse.

lunes, 19 de octubre de 2009

Problemas de suspensión


(foto: Heath Korvola)

Disfrutar de una obra de ficción es más complicado de lo que parece. Para poder leer un cuento o ver una película, es preciso realizar una serie de procesos mentales sumamente complejos, donde básicamente decidimos alterar nuestro estado de conciencia para redefinir temporalmente nuestra realidad. Es un estado de percepción hecho a la medida, donde no solo se le ordena al cerebro que ignore todo ruido de fondo (luces, sonidos, etc.), sino que además se le dan instrucciones precisas de que olvide o se desentienda de todo conocimiento que pueda crear conflicto con la información que nos está proporcionando la historia que estamos disfrutando.

jueves, 15 de octubre de 2009

El síndrome sampedrano

Frecuentemente me siento identificado con San Pedro, pero no porque haya renegado de mi jefe tres veces antes de que cantara el gallo, porque haya caminado sobre el agua o porque le haya rebanado una oreja a algún miembro de las fuerzas del orden. No, la similitud que comparto con este discípulo tan famoso concierne a algo mucho más cotidiano pero no por ello menos importante: el tamaño del llavero.


(Foto: Colin Hawkins)

lunes, 12 de octubre de 2009

Oscurantismo al instante



De pronto, no puedo ver nada. ¿Acaso me habré quedado dormido? No: Tengo abiertos los ojos y aunque estoy dilatando las pupilas lo más que puedo, no logro distinguir ni formas ni colores. ¡Oh, no! ¿Estaré ciego? Antes de poder responder esa cuestión, me doy cuenta que el silencio se ha hecho abrumador de repente. No puedo percibir ni una nota de la estruendosa música que tenía puesta hace tan solo unos segundos, como tampoco puedo oir ningún otro sonido. ¿Estaré sordo? Tampoco siento la brisa que momentos atrás soplaba en mi habitación proveniente del ventilador. Comienza a invadirme una interrogante mucho más grave: ¿Estaré muerto?

jueves, 8 de octubre de 2009

Condición crítica

Cuando se acostumbra honrar a los Héroes de la Patria, la gente se apresura a alabar a los bomberos, a los maestros, a los médicos y personajes afines. Ellos merecen reconocimiento, claro, pero siempre se olvida mencionar a aquellos valientes que, motivados por un vigoroso sentido altruista, diariamente se exponen a circunstancias terribles para que otros no tengan que hacerlo. Hablamos, por supuesto, de los críticos.


(Art Critic (fragmento) - Norman Rockwell)

Y no sólo se escatima la importancia de los críticos dentro de la sociedad, sino que repetidamente se les cataloga como los villanos de la película. Pero su papel es crucial y si ustedes me lo permiten, les explicaré la razón.

lunes, 5 de octubre de 2009

Remansos de irrealidad



(Relatividad - MC Escher)

Amigos míos, hoy vamos a hablar de unos lugares muy particulares, donde nada es lo que parece y todo pretende ser algo más. Unos sitios fantásticos, donde la ilusión es la realidad y la realidad no existe. Quien desee visitar estos recovecos de lo absurdo encontrará que son extremadamente accesibles. Para visitarlos ni siquiera es necesario entrar en la Dimensión Desconocida: tan sólo es necesario acudir a su centro comercial más cercano.

jueves, 1 de octubre de 2009

L'enfant terrible


(imagen: American Images Inc)

En este Día del Niño, vamos a mencionar a un cierto niño en particular.  El chaval en cuestión es a la vez adorable e insufrible, encantador y molesto, un angelito y un verdadero demonio.   Hasta aquí, no se diferencia en nada de la población infantil promedio. Pero éste es diferente, pues aunque acumula años y años, no crece ni cambia. Es a la vez anónimo y conocido por todos. No hay retratos de él, porque es imposible fotografiarlo. No come, pero nunca va a morirse de hambre. Y aunque suena ficticio, es tan real como el que más. Por supuesto, hablamos del niño que llevamos dentro.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Advertencias adhesivas

Ya antes hemos hablado de la personalización, y también hemos hablado sobre las complicaciones de navegarse en el Mare Tenebrosum que puede resultar el tráfico automovilístico. Ahora hablaremos de cómo ambos temas se combinan para brindar un servicio público necesario y muy cívico.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Extorsiones gasolineras



(foto: Ale Ventura)

Mucha gente dice que el precio de la gasolina es un robo, pero nunca pensé que fuera algo tan literal.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Superficialidad profunda


(imagen: Tex Avery)

Una muy encantadora damisela trataba anoche de convencerme con argumentos muy apasionados de que los hombres nos fijamos mucho en lo exterior de una mujer.  La verdad, no necesitó decir mucho, pues yo estoy totalmente de acuerdo. En efecto, lo hacemos. Pero, ¿es eso malo?

jueves, 17 de septiembre de 2009

Bloqueos

(imagen: Marcel Van Gunst)

No tengo ni idea que decir, lo admito. Ya perdí la cuenta de los minutos que he pasado sentado aquí, irradiando mis ojos con la luz de la pantalla, sin que una sola idea brinque de mi cerebro hacia mis dedos. Como la insultante blancura del monitor se ha vuelto intolerable, me pongo de pie y paseo un poco por la habitación, confiando que el movimiento haga que se libere el engranaje atascado que impide el adecuado funcionamiento del computador mental. (¿Ponen todavía engranajes en las computadoras hoy en día? Si no es así, valdría la pena cambiar de metáfora).

lunes, 14 de septiembre de 2009

Televis-à-vis


(foto: e-magic)

Recuerdo que cuando era niño, ver la televisión era lo más sencillo del mundo. El interesado compraba un aparato llamado televisor, lo ubicaba en un lugar cómodo, lo enchufaba y listo: ¡entretenimiento accesible e inmediato!

Pero en los años subsecuentes el acto televisivo se ha complicado exponencialmente con la aparición de una plétora de aparatos que complementan la experiencia audiovisual de una forma u otra.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Pesquisas melódicas

Mi hermana es todo un portento musical, y nunca deja de sorprenderme. Basta con que escuche un trozo musical cualquiera para que pueda ubicar la canción. Luego de ver este comercial:



...logró averiguar que la canción es Do It Again, de los Chemical Brothers, con Ali Love.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Veo una parodia...



¿Les gustó el anuncio? ¿Entendieron a que película hace referencia? Si ustedes nunca han visto El Sexto Sentido, no van a entender el comercial a cabalidad. El spot es atractivo, si, pero ligeramente confuso si uno no conoce el film al que se alude.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Apantallados



En 1949, el escritor George Orwell presentó al mundo una visión de un futuro distópico donde la población era controlada por pantallas que permanecían siempre encendidas, dispensando contenido las 24 horas del día.

Cincuenta años después, su fantasía se ha hecho realidad.

Querámoslo o no, las pantallas forman parte de nuestra vida cotidiana. Desde las CRT clásicas de los televisores de antaño hasta las nuevas OLED que usan componentes orgánicos para crear pantallas mas brillantes con menos consumo de energía, todas tienen el mismo propósito: bombardear nuestras retinas con toneladas de información.

Y es poco lo que podemos hacer para evitarlo. La mayoría de ocupaciones hoy en día requieren utilizar pantallas varias horas seguidas. Ni siquiera se necesita tener una profesión muy especializada para ello. Cualquier oficinista que escriba una carta, haga una hoja de cálculo o lea su correo tendrá que hacerlo frente a un escuadrón de millones de brillantes píxeles multicolores.

¡Si tan sólo las pantallas se circunscribieran a ser parte del equipo laboral! Pero no: están por todas partes. Si entramos a un centro comercial, los televisores se encuentran dispuestos en formaciones de diez o veinte, expeliendo imágenes de forma inmisericorde. Si vamos a una barbería, al gimnasio o al bar, infaltablemente seremos bienvenidos por decenas de pantallas listas para fusilar nuestras neuronas con ráfagas de imágenes.

La proliferación de pantallas no sería preocupante, de no ser por la función principal que desempeñan: ser instrumentos de control masivo, tal y como lo decía Orwell. Las pantallas hipnotizan nuestro intelecto y nos compelen a la mansedumbre. Por eso las encontramos en los consultorios de los médicos y en el lobby de los bancos. Una multitud entretenida es una multitud dócil.

¡No lo dude más! ¡Libérese de la esclavitud de las pantallas! ¡Apague su monitor hoy mismo! Eso sí, enciéndalo de vez en cuando para leer cosas importantes, como este blog. Tampoco hay que ser un ludita*.


*Persona opuesta a toda clase de tecnología por considerarla causante de la pérdida de la capacidad laboral y creativa del hombre.
Véase
Ludismo.

lunes, 31 de agosto de 2009

Idilios pírricos



Es algo por todos conocido que las reconciliaciones en las comedias románticas siempre resultan ser de lo más increíbles.

Luego de pelearse estrepitosamente al final del segundo acto, a los protagonistas les tocará enmendar su amor en medio de las condiciones más disparatadas, escandalosas y públicas: en pleno tráfico, desde un globo, durante un parto, etc. Situaciones que en la vida real ameritarían un día o dos en la cárcel y/o varios meses de terapia, en el contexto de una comedia romántica no solo son lógicas, sino que además son de rigueur.

Pero, ¿se han dado cuenta que las condiciones en las que se desarrollan estas reconciliaciones son cada vez más absurdas? Si una película muestra a una pareja reconciliándose ante tres personas, los protagonistas de la siguiente película tendrán que hacerlo frente a treinta. Es lo más parecido que tenemos hoy en día a la carrera armamentista de la Guerra Fría.

Si bien es posible que esta escalada obedezca al hecho de que toda comedia romántica busca superar a sus antecesoras para vender más boletos, a mí nadie me quita de la cabeza que esta sea una forma de revancha pasivo-agresiva de parte de los guionistas.

Cansados de escribir películas rosa por lo formulaicas y predecibles que son, los libretistas sueñan con renunciar a sus trabajos, pero saben que la crisis actual hace que la oferta de trabajo sea escasa. Obligados por la necesidad, los escribanos vuelcan su frustración laboral en guiones que torturan a sus personajes de forma sádica e inmisericorde.

Y es por ello que vemos a los pobres protagonistas tratando de arreglar sus relaciones románticas en condiciones cada vez más vergonzosas y humillantes, interrumpiendo bodas, saliendo en la televisión o corriendo semidesnudos por la vía pública, probando así que todo se vale en la guerra y el amor.

Lecturas relacionadas: Actos de constricción y El romance es malo para la salud.

jueves, 27 de agosto de 2009

Verbidesgracia



Si la telepatía fuera posible, mi vida sería mucho más sencilla, y habría menos gente angustiada por mi integridad mental y física.

Comunicarse con el prójimo es una habilidad que la mayoría de la gente da por sentado. Pero yo le tengo muchísimo respeto, por la dificultad que para mí representa darme a entender de forma coherente.

Es algo muy habitual que mis intentos de verbalizar las ocurrencias que brotan de mi cerebro produzcan resultados ininteligibles para mis interlocutores. Mi proclividad a hablar entre dientes no es precisamente propicia para la conversación fluida, y menos cuando se combina con mi tendencia al balbuceo.

No es de sorprender que haya personas que están firmemente convencidas que poseo la habilidad de hablar en varios idiomas, sin darse cuenta de que todo el tiempo he estado hablando en castellano.

Pero aunque mi falta de habilidad verbal me complica la existencia, a veces es peor cuando la gente oye exactamente lo que digo.

Hace unos días, estaba leyendo un interesante tratado sobre Viktor Frankl, quien postula que la búsqueda del significado -más que la búsqueda de placeres o poder- es lo que realmente motiva al hombre. En eso estaba cuando me topé con una amiga, quien luego de saludarme muy amablemente me preguntó lo que yo estaba haciendo.

Yo le respondí distraídamente:
-"Estoy buscándole el significado a mi vida."

Mi amiga enmudeció y su sonrisa desapareció tras una expresión de susto. Luego de recobrar la compostura, tomó aire y procedió sin más a darme palabras de consuelo y apoyo durante quince minutos seguidos, sin darme oportunidad de interrumpirla en ningún momento.

No me quedó más que esperar a que ella concluyera su monólogo para poder tratar de explicarle que yo no estaba pasando por ningún proceso maniaco-depresivo o cosa parecida. Pero dadas mis limitaciones verbales, dudo haber podido convencerla.

lunes, 24 de agosto de 2009

Personalizaciones


(foto: Magrette)

Una calcomanía de vinil rojo de un león observa desde el vidrio trasero. Mientras tanto, un chile jalapeño cubierto de abalorios verdes cuelga del retrovisor. Sólo falta el polarizado reflejante con un mensaje que diga JESÚS ES MI COPILOTO para que éste sea un auténtico taxi de provincia. Casi no puedo creer que estemos hablando de mi auto.

La actual apariencia de mi vehículo es irónica, considerando lo mucho que desdeño personalizar mi propiedad. Mientras que algunas personas gastan tiempo y dinero en ponerle su toque personal a todos sus adminículos, yo no. Me gusta mantener mis objetos tal y como salieron de la fábrica.

Eso no significa que desconozca los beneficios de etiquetar las cosas: en la primaria, extravié el suéter del uniforme varias veces hasta que le pusieron una marca. Pero hay una gran diferencia entre ponerle mi nombre a algo e intentar modificar el mismo objeto hasta que refleje mi personalidad. Para mí, los objetos son objetos. Con que hagan lo que tienen que hacer es suficiente. Personalizar me parece, en gran medida, un gran despilfarro de tiempo y dinero.

Por ejemplo, sé de gente que se pasa horas descargando imágenes para usarlas como fondos de pantalla. También personalizan sus íconos y sistemas para que su computadora se vea estilo Matrix, Rápido y Furioso o alguna película de moda. Yo, en cambio, hace años que no le pongo fondos o protectores de pantalla a las computadoras que uso. También me rehuso a instalar programas baladíes, agregarle barras de herramientas superfluas a los navegadores o modificar los colores, íconos o letras que usa el sistema. Y ¡ni pensar en ponerle pegatinas al monitor o al CPU!

Con los autos me pasa lo mismo. Ninguno de los vehículos que he tenido el gusto de poseer me ha despertado locos deseos de comprarle accesorios especiales, ponerle enceguecedores tapicerías a los asientos o pintar la carrocería con colores ultrajantes a la retina humana. Tampoco me interesa modificar el sistema de sonido del vehículo. No me interesa instalar pantallas, DVDs, enchufes para el iPod o cosa parecida. Nada de aros de carbono, spoilers, headers, alerones o antenas aerodinámicas para mí, gracias. Hasta la fecha no me han dado ganas de ver un episodio entero de Pimp My Ride, ese programa (conocido en español con el fino nombre de Enchúlame la Máquina) donde tomaban un auto y le metían miles de dólares en equipo y accesorios por todos lados. ¿Digo yo, desde cuando ya no basta con que un vehículo nos lleve de lugar al otro sin problemas?

Sé lo que están pensando. Si soy tan parco con los accesorios, ¿por qué, entonces, luce mi vehículo un encantador estilo Camioneta-Deco? Porque tanto el ají como la calcomanía fueron regalos de personas bien intencionadas a quienes estimo en gran medida. Así que a pesar de que no encajan en mi estilo, esperaré un par de días antes de eliminar las decoraciones. Después de todo, una buena amistad bien vale la pena el peligro de ser confundido con un ruletero.

jueves, 20 de agosto de 2009

¡Riiiing!



-¿Aló? ¿Con mi abuelita? Un momento por favor…
¡¡ABUE!! ¡¡TELÉFONO!!!


Conforme la querida abuelita de Leandro acumula años, su ritmo de vida ha ido desacelerándose. Esto es natural para cualquier venerable persona que se aproxime a la noventena, como ella lo hace. Por lo tanto, menesteres cotidianos como contestar el teléfono se convierten en todo un ritual.

ABUEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
TELÉFONOOOOOOOOOOOO!!!


Como cargar con casi 90 años encima no es cualquier cosa, los pasos de la señora son muy mesurados y por lo mismo, cada vez se tarda más en llegar al teléfono. Esto ha convertido a Leandro en su recepcionista telefónico de facto. Por lo general, sus tareas se limitan a recibir recados. Las cosas se complican cuando los llamadores insisten en hablar directamente con la adorable matriarca. En esos casos, lo primero que Leandro debe hacer es vociferar a todo pulmón para hacerle saber que tiene una llamada.

ABUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE….!!!!
TELÉFONOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!


Leandro detesta gritarle a las personas de la tercera edad, pero no tiene alternativa. Después de probar con sonoras campanillas y modernos intercomunicadores, lo único que ha resultado efectivo es un buen grito a todo pulmón. Ese es el tipo de costumbres que le quedan a una señora que vivió toda su infancia en una pintoresca casona rodeada de gente y animales de todo tipo.

Eventualmente, la nonagenaria atiende y Leandro puede desentenderse del asunto.

Pero a veces la señora está ocupada con alguna faena en una recóndita esquina de la casa, por lo que las andanadas de gritos no causan efecto. En esos casos Leandro se ve en la necesidad de llevarle el teléfono inalámbrico hasta el lugar donde ella esté.

La abuela recibe el aparato con evidente incomodidad, pues únicamente está a gusto con los teléfonos tradicionales. Su preferencia es perfectamente comprensible. A tan avanzadas edades un teléfono inalámbrico tiende a parecerse demasiado a un control remoto, por lo que ella trata de evitar el riesgo de que la próxima vez que conteste una llamada, apague el televisor.

lunes, 17 de agosto de 2009

Pérdidas mínimas

Ignoro el paradero de mi memoria USB. Bastó un instante de descuido para que proyectos en los que había invertido largas horas de trabajo se esfumaran junto con archivos importantes, decenas de canciones y cientos de fotos. Pero no es mi culpa. La culpa es de la gente insensata que insiste en poner tanta cantidad de almacenamiento en una cosa tan pequeña.

La primera computadora que compraron en mi casa tenía un disco duro de 40 megabytes y era del tamaño de una hielera mediana. Hoy en día una memoria USB promedio puede guardar cien veces más datos y es más pequeña que un encendedor.



Esta tendencia a reducir el tamaño de todo choca de frente con mi proclividad a extraviar todo lo que sea más pequeño que un televisor. Llaves, teléfonos celulares, relojes, billeteras, documentos de identidad, controles remotos, baterías, reproductores portátiles de MP3, revistas, libros... la lista es interminable. Si es pequeño, ya lo he perdido.

La experiencia me ha obligado a lidiar con la situación desarrollando un sistema propio de almacenamiento. Cada objeto que llevo conmigo tiene asignado un bolsillo específicos. La cartera va en el bolsillo trasero derecho de los pantalones, el celular en el bolsillo frontal izquierdo, las llaves en el bolsillo frontal derecho, y así. Funciona la mayoría de las veces, pero no es un proceso perfecto. La memoria USB siempre va en el bolsillo de la camisa, pero como ayer usé una playera, era inevitable que se perdiera.

Por el momento, trato de no preocuparme, pues tarde o temprano casi todo vuelve a mis manos. Pero no pierdo la esperanza de que algún dia la miniaturización pase de moda. Entonces los celulares serán del tamaño de una refrigeradora, las llaves del tamaño de un plato y los USB serán del tamaño de un automóvil compacto.

Y nadie perderá nada nunca más.

jueves, 13 de agosto de 2009

La esclavitud episódica

Hay una palabra que detesto con todo corazón. Cada vez que la miro, me dan escalofríos al mismo tiempo que siento oleadas de ira inundar cada partícula de mi ser. No, no es una palabra malsonante de esas que le dirigen a nuestra progenitora los otros conductores cuando uno se niega a darles el paso. Me refiero a algo mucho peor: la palabra "CONTINUARÁ".

Cada vez que ESA palabra hace su aparición, lo que hasta ese momento parecía ser una historia interesante e inofensiva, se revela de manera súbita como un exigente tirano ávido de consumir nuestro tiempo, nuestras energías y nuestro intelecto. Sin preguntar nuestra opinión, se nos impone la imperativa obligación de hacer lo que sea para obtener la siguiente dosis narrativa, pues de lo contrario seremos castigados con la mas terrible pena imaginable: no saber como concluye la cosa.



Y esto es especialmente cruel, pues según la teoría de Gestalt psicológicamente el ser humano está condicionado a buscar un cierre o un final en todo lo que hace o experimenta (Principio del Cierre). Mecanismos en nuestro cerebro nos dicen que dejar las cosas a medias es algo que sencillamente no se hace. Si empezamos algo, se termina.

Todo lo anterior predispone al televidente, al cinéfilo, al lector, al radioescucha y a todos los demás tipos de público a convertirse en víctimas indefensas de los despiadados guionistas que se aprovechan de las debilidades de su audiencia para encadenarlos a los más variados receptáculos de "diversión".

El entretenimiento secuencial es, sin lugar a dudas, una droga más poderosa y lucrativa que el crack, con la ventaja añadida de ser totalmente legal. Ya es hora de que la DEA deje de buscar narcos en Colombia para concentrarse en Hollywood. Si ya lo hubieran hecho, tal vez me podrían haber salvado a mí.

Desde muy joven me di cuenta de los efectos que este tipo de adicción causaba en las mentes y voluntades de mis parientes y amigos. Pensé que con evitar las telenovelas estaría a salvo, pero me equivoqué. Empecé viendo un poco de animé aquí y allá, y cuando sentí no podía vivir sin ello. Mi vida dejó de tener tenía sentido a menos que viera mi episodio diario. Luego comencé a seguir dos series. Luego tres. Después cinco. Fue un infierno, pero finalmente, pude liberarme.

Con gusto les diré como lo hice, en el próximo artículo.

lunes, 10 de agosto de 2009

El texto magnífico




Con suma modestia he de admitir que produje un artículo espléndido para hoy. Un escrito maravilloso de verdad, combinando humor, trivialidad e ingenio en una forma que ni Voltaire mismo podía haber imaginado.

El texto de marras resultó ser un sabroso corto que tomó algo sumamente cotidiano para presentarlo en una forma absolutamente innovadora. A veces la inspiración no fluye en este seso que poseo, y me toca exprimirme la cabeza de forma agonizante. Pero este no fue el caso. Las ideas se hilvanaron casi solas, como si mi imaginación fuera un mágico sastre confeccionando prendas propias de un rey. Varias veces leí el resultado, y en cada oportunidad tuve que convencerme de que yo -humilde yo- había sido capaz de forjar algo tan sublime, tan lírico.

Deben ustedes entender que yo soy un perfeccionista redomado y por lo mismo, poco de lo que hago me gusta totalmente. Sin embargo, este escrito me reivindicó y me mostró que esta mente es capaz de obras de incalculable talento y belleza.

Una palabra de más puede arruinar el impacto de un texto, y una de menos también. Pero aquí las frases fueron seleccionadas con cuidado y cada una resultó ser como un clavo de apoyo, reforzando y sosteniendo la estructura conceptual.

En verdad que este escrito resultó ser una experiencia para los sentidos.

Lástima que cuando terminé de escribirlo apagué la compu sin haber guardado el documento.

jueves, 6 de agosto de 2009

Procreacionismos

He de confesar que los niños me ponen nervioso. Tenerlos enfrente quiere precisión y temple de acero. Me rehuso a acercarme a niños de menos de 2 a 3 años de edad, pues me aterra botarlos, asi que es sumamente importante que puedan sobrevivir una caída de unos 60 centímetros de altura. Cuando los recibo, los manejo como se hace con las barras de dinamita: con sumo cuidado y me procuro deshacerme de ellos cuanto antes.


Colin Barker)

Hasta este momento, mi vida se ha visto libre de diminutas copias genéticas de mi persona, y he de confesar que no me han hecho tanta falta. Pero conforme avanzo a trompicones en mi vida, de cuando en cuando me descuido y veo alguna película romántica, de esas que tienen niños encantadores como los que tanto abundan en el cine: no molestan, se duermen temprano, no hacen berrinches y son un primor. Entonces me entra la gana de dejar prole en este mundo.

Pero cada vez que eso pasa, la Providencia, siempre tan sabia, me pone en mi camino a alguno de mis amigos que ya han dado ese paso a la paternidad. Y es así como puedo constatar que los niños de ahora no son nada parecidos a sus contrapartes ficticios. Vienen con baterías extra y se pueden estar subiendo, bajando, jugando, trepando, hablando, gritando, jalando, haciendo berrinche y mil cosas mas por tiempo indefinido. Conforme los veo destruir poco a poco la sala, el restaurante o el aposento cualquiera donde están, y conforme veo el semblante de los padres contorsionarse con angustia y desesperación, me doy cuenta de que todavía no estoy listo para esta faena, y sin pensarlo más, salgo a celebrar mi soltería y mi no-paternidad de forma absolutamente impune.

Sé que es posible que más adelante ceda a mis instintos paternales y obsequie al mundo con una versión miniatura de mí. Pero por el momento, he decidido que si voy a tener bolsas bajo los ojos, que sea por un exceso de celebración y no por estar alimentando infantes a las 3 de la mañana.

lunes, 3 de agosto de 2009

Actos de constricción

Frecuentemente Hollywood nos llena el corazón de ilusión con la promesa de una película fantástica. Con anhelo y ansiedad, contamos los días que faltan para el estreno. Finalmente, el día tan esperado llega… y vivimos una desilusión inenarrable. ¿Por qué pasa esto? Cuatro palabras: Síndrome del Tercer Acto.


Troy Aossey)

I

Para quienes no están familiarizados con la estructura narrativa, toda historia se divide en tres partes:
  • El primer acto: Donde se introducen los personajes y la historia
  • El segundo acto: Donde los protagonistas se ven enfrentados con un conflicto (moral, ético, social, etc.) que les impide alcanzar su objetivo.
  • El tercer acto: Donde se resuelve todo, para bien o para mal. En el caso de las franquicias se abre la puerta a una continuación de la historia en futuras entregas.

II

Y precisamente ese pareciera el problema de los escritores de Hollywood: no saben como resolver las cosas. Se esfuerzan tanto en crear una premisa disparatada y llamativa, (invasión alienígena, desastres naturales, tecnología desbocada, monstruos amenazantes) que luego no saben como llevar a los protagonistas a tierra de una forma lógica y razonable. Por lo mismo, los finales forzados y el deux ex machina están a la orden del día. Es cierto que uno como espectador tiene que suspender la incredulidad para disfrutar de una película, pero para poder disfrutar estos finales, ya es necesaria una lobotomía.

III

Y justo aquí quisiera ofrecerles un final fantástico para esto, pero la verdad no se me ocurrió nada decente. Mil perdones.

jueves, 30 de julio de 2009

La sorpresa enajenante

Muchos piensan que darle una fiesta sorpresa a sus seres queridos es algo muy bueno, pero invariablemente tiene consecuencias inesperadas. Permítanme un ejemplo.

Digamos que a un bien intencionado muchacho se le ocurre darle una fiesta sorpresa de cumpleaños a su novia. El joven procede a contactar a los parientes y amigos de ella, les informa del plan y les recuerda que deben mantener el sigilo. Luego se encarga de arreglar el resto de preparativos para el jolgorio: consigue el lugar, la música, la comida. Por supuesto, hace todo sin que se dé cuenta su bienamada jovencita. Cuando llega el día de la fiesta, todos los invitados llegan temprano y se preparan para recibir a la incauta. El novio lleva a la festejada con falsos pretextos al lugar convenido y, en el instante preciso, los invitados hacen su aparición de forma abrupta y simultánea, en medio de gritos y sacudidas violentas de extremidades.


En fracciones de segundo que parecieran ser interminables, la mente de la joven es inundada por una mezcla de confusión, pánico y horror. Cuando logra reaccionar, apenas tiene tiempo de esconder su descompuesto semblante tras una sonrisa. Consciente de las convenciones sociales, ella simula tranquilidad y agradece a todos por su presencia. Pasa a sentarse a la mesa para ocultar el hecho de que todavía le están temblando sus rodillas. El resto de la velada concluye sin consecuencia aparente. Pero algo empieza a gestarse dentro de la consciencia de nuestra amiga: algo que cambiará todo su mundo, para siempre.

Conforme pasan los días, la joven festejada empieza a reflexionar repetidamente sobre el hecho de que pudiera organizarse algo tan grande y complejo como esa fiesta, bajo sus propias narices. En una de las muchas cavilaciones que invaden sus días, la asalta una terrible duda: ¿que otras cosas han pasado, están pasando y pasarán sin que yo me entere? Sin poder evitarlo, recordará incesantemente las mentiras que le dijeron sus seres más queridos para alejarla de la verdad: ficciones dichas para ocultar planes secretos. Otra interrogante surge: ¿cuantas cosas me han ocultado mis amigos? Poco a poco abandona su círculo social cuando se da cuenta que ya no puede confiar en nadie.

La desconfianza se convierte en paranoia cuando la jovencita se rehúsa a comer alimentos que no hayan sido preparados frente a sus ojos. Le pone llaves y contraseñas a todo. Cada media hora cambia la contraseña de acceso de su laptop para evitar que los fisgones de sus papás y hermanos se metan a hurgar sus cosas. Encontrando insoportable la idea de compartir el mismo techo que gente tan intrigante como su familia, abandona su casa y empieza a vivir sola. Convencida que sus compañeros de trabajo y estudio están complotando para sabotearla, abandona su trabajo y la universidad.

El joven novio, preocupado por tan radicales cambios de conducta de su amada, trata de hacerla entrar en razón, pero no puede hacer que ella le crea una sola palabra de lo que dice. A pesar de haber estado juntos más de seis años, la relación se termina en medio de agrias recriminaciones. Sola, desempleada, sin amigos y sin familia, la muchacha termina recluida en un centro psiquiátrico. Luego de abundantes terapias y medicamentos, la joven es dada de alta y enviada a reintegrarse a una sociedad a la cual regresa como una sombra de su antiguo ser, hasta el fin de sus días temerosa y presa de ataques de ansiedad constantes.

Así como la chica de nuestro ejemplo, miles de millones de vidas están en riesgo de arruinarse para siempre. ¿No creen que ya es hora de evitar tanto sufrimiento innecesario? La próxima vez que hagamos una fiesta, avisémosle al cumpleañero.

Recuerden: la vida que salven, podría ser la propia.

domingo, 26 de julio de 2009

Publicidad de película

En una ciudad como tantas otras, fuerzas ocultas y malignas están hipnotizando a la población, sometiéndola por medio de mensajes subliminales escondidos dentro de toda la publicidad. ¿Podrá alguien detener tan siniestro plan?

Esta es la premisa de la película They Live, de 1988. En esta película, las carteleras panorámicas, los rótulos, las revistas, y todo tipo de material impreso llevaba inserto mensajes como "CONSUMAN", "CÁSENSE Y REPRODÚZCANSE" y especialmente, "OBEDEZCAN". Las personas en el filme no podían ver estos mensajes pues están bajo el efecto de un rayo hipnótico escondido en una estación de cable.

Pero con ayuda de unos anteojos especiales, es posible darse cuenta del engaño:





Cuanta imaginación la de los guionistas de Hollywood, ¿no? Algo así nunca podría pasar en la vida real, ¿verdad?

Al menos eso pensaba yo hasta que un día sali a la calle y vi esto:



Y luego esto, esto, esto y mucho más.

No podía creerlo. Las similitudes de la nueva publicidad de Pepsi con los carteles que aparecen en la película They Live son innegables.*



Como puede verse, no hay nada de fotos o dibujos: tan sólo texto sobre un fondo liso. El tipo de letra es casi el mismo. Los mensajes, también muy simples, tienen el mismo tono imperante: "SONRIE", "VIVE RIENDO", "SÉ POSITIVO", "SÉ DIVERTIDO", "PONETE BUZO".

Basta ver unos cuantos anuncios para darse cuenta que a uno no le están pidiendo ni sugiriendo nada: le están ordenando a uno a poseer un estado de ánimo específico, sin dar la menor razón por las cuales debería uno experimentarlo. Ni siquiera las religiones son así de vagas.

¿Y entonces? ¿Que significa esta campaña?

Por lo pronto, he concluido que hay dos posibles explicaciones a todo esto:

a.) Los creativos publicitarios nos consideran totalmente estúpidos. No nos creen capaces de poder leer más de cinco palabras seguidas. Ni siquiera confían en nuestra capacidad de abstracción, y por eso ya ni ponen dibujos o fotos. Y nos consideran tan dóciles que ni vale la pena decirnos por qué hacer las cosas, pues la haremos sin chistar.

b.) Todo esto es parte de una conspiración para dominar al mundo, en la cual utilizan algún tipo de hipnotismo para hacernos creer que los anuncios que vemos son simples y sin sentido, cuando en realidad son complejos y con varias capas de información que no podemos percibir de forma consciente.

Aunque, ahora que lo pienso, también hay una tercera posibilidad:

c.) Son los ejecutivos de Pepsi los que están sumergidos en algún tipo de sueño alucinante donde anuncios absurdos y poco creativos como estos todavía pueden considerarse publicidad y sirven para hacer que la gente quiera comprar gaseosa.


*Para ver más fotos sobre el tema, visite la galería de imágenes de este artículo.

lunes, 20 de julio de 2009

Venganza cerebral


(foto: ©2009 Jan Strome)

Me he desvelado. No es la primera vez, ni será la última. Pero la culpable es mi biologia, que me hizo tan sediento de madrugadas. Además, todos saben que las mejores horas para concentrarse y sacar trabajo son las que están comprendidas desde las 11 pm hasta las 3:30 am. En ese momento las algarabía que pulula el mundo se silencia. No hay nadie que quiera distraernos para chismear o chatear. Es una maravilla.

Lo malo es cuando me toca ir a trabajar desvelado, como hoy. Eso tiende a enojar a mi cerebro, y hoy efectivamente está furioso. Así que va a castigarme por privarlo del festín de neurotransmisores que pensaba darse durante el sueño que nunca le di.

Tengo miedo. Cualquier cosa es posible cuando el cerebro busca venganza. Sus castigos son por lo general sutiles pero contundentes. También son muy variados. Puede que mi hemisferio derecho -sede de la creatividad- abra su caja de Pandora y mi jornada sea tan alucinante como el viaje de Hunter Thompson a las Vegas. Puede que me encuentre a mi mismo hablando y riéndome solo. Puede que ame a quien odio y odie a quien ame. Puede que me encuentre en frenesí maniático o bien en un bajón melancólico. Puede que vea u oiga cosas que no estén alli. Puede que se me olvide todo lo que me digan.

Y a la vez, puede que no pase nada de lo anterior. Puede que no pase nada absurdo ni escalofriante. Puede que sea un día laboral como tantos otros. Ocho horas de trabajo de oficina, sin pena ni gloria.

Definitivamente, ese es el peor castigo de todos.

jueves, 16 de julio de 2009

Tener siempre vecino, calvario del citadino

Una de las cosas más abrumadoras que se aprenden al vivir en ciudad es que, se viva donde se viva, tendrá uno vecinos.

Una casa normal tiene por lo regular tres vecinos: uno a la derecha, otro a la izquierda y uno por la retaguardia. Los mejor librados son los que viven en una esquina: allí solo hay que compartir pared con dos gentes. En cambio, los condominios son terribles, pues además hay que preocuparse de los que viven enfrente. Definitivamente lo peor es vivir en apartamento. Allí no solo hay vecinos a los lados y enfrente, sino arriba y abajo.

Vecinos me han tocado de todo tipo. Buenos o malos, escandalosos o callados, maravillosos o escalofriantes. Pero siempre pintorescos.

Durante un tiempo tuve un vecino exhibicionista y un poco loco, que salía semidesnudo a lavar su carro todos los fines de semana. Lamentablemente, físico de atleta no tenía, y si quería atraer damas no lo consiguió. Mas bien, todo lo contrario.

En otra ocasión, mi madre se molestó con unos vecinos muy devotos que dieron en ensayar sus cantos e himnos religiosos a todo volumen el fin de semana entero. Tal vez el mayor problema es que no son los mejores músicos, y no se saben bien las canciones, así que repetían los mismos trozos una y otra vez. Mi progenitora comenzó a subir el volumen para no oir, pero finalmente ella sacó una grabadora al patio, la prendió a todo volumen con música de marimbas y salío a esconderse, como quien pone un mortero. Luego de ese torrente de decibelios, los vecinos batieron retirada. Fue una victoria pírrica, sin embargo, pues mi madre paró con zumbido de oídos toda la semana siguiente.

Sin embargo, mi anécdota favorita de vecinos fue la vez que se mudó una pareja de jóvenes extranjeros a la casa de atrás. Esa noche, comenzaron a oirse vigorosos gritos y gemidos por toda la vecindad. Al escuchar con un poco de atención el escándalo, no fue dificil concluir que la pareja estaba dando rienda suelta a su fogosidad carnal. Cosas de la juventud. Pero lo que hace especialmente divertida esta historia fue el estado de negación que la situación provocó en mi anciana abuelita. "Seguro están haciendo ejercicio", decia la pobre, a todo el que quisiera oirla. Porque es bien sabido que la mejor forma de hacer ejercicio es a media noche, con las luces apagadas.

sábado, 11 de julio de 2009

El romance es malo para la salud


(©Roy Lichtenstein - Kiss V )

PARTE I: EL ORIGEN

Durante la Edad Media, dos plagas surgieron en Europa. Una fue la muy inofensiva Peste Bubónica. La otra fue el romance. Lamentablemente, mientras que la Peste ha prácticamente desaparecido, el romance continua haciendo estragos en la vida de los ciudadanos decentes.

El romance contamina la cabeza de las juventudes con ideas totalmente absurdas, creando expectativas irreales sobre el amor, sobrevalorando el sentimiento y desdeñando el sentido común. Las mujeres -encantadoras criaturas- son mucho más vulnerables a este mal, que les provoca terribles alucinaciones protagonizadas por príncipes azules montados sobre caballos blancos. Los casos más graves sueñan con príncipes blancos sobre caballos azules.

En la primera mitad del siglo XX, la ciencia determinó que las principales fuentes de contagio del romance eran la literatura rosa y la poesía romántica. Quienquiera que evitara las lecturas de Becquer, Neruda y Corín Tellado estaría a salvo. Asimismo, se recomendó evitar las telenovelas, por si acaso.

¡El fin del romance parecía cerca! La humanidad se congratuló prematuramente sin darse cuenta que la plaga había desarrollado su más virulenta mutación, para la cual no estabamos preparados.

PARTE II: LA COMEDIA ROMÁNTICA

El nombre "comedia romántica" resulta engañoso, pues hace creer a la víctima que está viendo algo divertido. No nos dejemos engañar: son romances en su más pura forma. La estructura es simple y potente: los protagonistas de enamoran, luego se separan y luego, en un final espectacular, el Amor triunfa justo antes de los créditos finales.

El mal se manifiesta al poner un pie fuera del cine. Como con cualquier romance, las mujeres son las más afectadas. Sus mentes afiebradas alucinan con extravagantes manifestaciones románticas que van contra la razón, la decencia y la cordura. Mientras tanto, los hombres -verdaderas víctimas de esta plaga- palidecen al darse cuenta que todo el dinero que tenían ahorrado para comprar aros nuevos de titanio se esfumará tratando de apaciguar a sus encantadoras acompañantes.

Mientras logramos que los de Hollywood cesen la producción de tan nefastas películas, recomendamos a quienes lean esto evitar cualquier película de tintes románticos. Y si no pueden evitar ir, entonces procurar salirse antes de ver el tercer acto (fingir una emergencia médica es muy bueno para ese fin). Mejor que digan "aquí corrió" que "aquí quedó".

miércoles, 8 de julio de 2009

Memorias de un autonauta


(foto: ©2008 Myla Kent)

Estoy agradecido a Henry Ford por hacer posible que yo pueda desplazarme en un automotor. Pero a la vez lo maldigo de todo corazón por haberle dado la misma posibilidad a todos los demás.

Tener un automovil es fabuloso, hasta que uno lo saca del garaje. En mi caso particular, por vivir en una transitada vía y carecer de un portón eléctrico, debo ejectutar el mismo ritual todas las mañanas: sacar el auto poco a poco, poner las luces de emergencia, bajarme corriendo a cerrar el portón y luego subirme a toda velocidad a mi vehículo, tratando de que no me arranquen una extremidad, ¡o dios libre! la puerta de mi auto.

Una vez que uno ya está en movimiento, se encuentra con uno de los dos tipos de automovilistas: las tortugas o los bólidos. Los tortugas son todos aquellos idiotas que manejan más despacio que uno. Los bólidos son esos maniáticos desquiciados que lo rebasan a uno a 120 kilómetros por hora. Curiosamente, ambos tipos de conductores producen reflexiones de índole teológica. Los tortugas lo hacen a uno pensar en el Infierno, y cómo quisiera mandarlos a todos y a cada uno de ellos allí. Los bólidos lo hacen a uno rogar al Ángel de la Guardia para que lo ayude a uno a salir bien librado.

Y si estar en movimiento es arriesgado, estar inmóvil es enloquecedor. Durante varias horas al día, las calles de la ciudad se convierten en aparcaderos abiertos, donde nadie se mueve ni un centímetro en dirección alguna. Se recomienda llevar un poco de lectura liviana para pasar el rato. El Ulises de Joyce es un buen inicio, pero con cualquier tomo de más de mil páginas servirá.*

Por supuesto, no hay que olvidar a los policías de tráfico. Estos señores, -a quienes llamo Emetristas- tienen una habilidad indiscutible para enrevesar cualquier situación. Pareciera que lo único que hacen todo el día es jugar al Semáforo Inverso con los conductores, dándole paso a quienes les toque luz roja y deteniendo a los que les toca luz verde. Divertidísimo. Aunque he de decir que prefiero ese juego a su otro pasatiempo: la Multa Sorpresa.

Empiezo a sospechar que la verdadera razón por la cual una serie como Viaje a las Estrellas llegó a ser tan popular no fueron las aventuras interestelares, ni los extravagantes personajes: fue el teletransportador. ¿Cómo no emocionarse ante la idea de un futuro donde una invención maravillosa es capaz de llevarlo a uno de aquí para allá sin tener necesidad de utilizar vehículo alguno?


*Cualquier libro menos Todos los fuegos el fuego, de Cortázar. Leer el cuento Autopista del Sur en medio de un embotellamiento no es precisamente alentador.

sábado, 4 de julio de 2009

Un momento de metaconciencia



Me encontraba en la casa de mi amigo JJ, viendo una extraña película llamada S. Darko, que es la continuación de una película todavía más extraña llamada Donnie Darko, que combina visiones apocalípticas, viajes en el tiempo, humor negro y una historia de amor.

Y entonces pasó.

En un momento de la película, uno de los personajes menciona que el fin del mundo tomaría lugar el 4 de julio. Y en ese momento recordé que ya llevábamos más de veinte minutos de haber llegado al cuarto día del séptimo mes. O sea, que en la vida real, también era el 4 de julio.

Realmente es bizarro que una película tome lugar en la misma fecha en la que uno está la viendo. Ya me pasó con Independence Day (yo la vi un 3 de julio y la película toma lugar del 2 al 4 de julio) y también sucedió con Love Actually, que toma lugar durante las 5 semanas previas a la Navidad. (Yo la vi un 6 de diciembre).

¿Que pensar de esas intersecciones entre la realidad y la ficción?

Ni idea. Pero el hecho de darme cuenta de algo así a medianoche fue escalofriante. En momentos así, las historias como Purple Rose of Cairo o Last Action Hero -personajes que abandonan la película donde habitan y entran a nuestra realidad- parecieran ser posibles.

¿Pero, y si mi realidad fuera la ficción de alguien más? ¿Y si a mí me tocaba salir de mi universo para conocer uno más vasto y tangible?

Luego de abrumarme con estos pensamientos por unos instantes, finalmente atribuí estos desvaríos al cansancio y retorné a casa.

Tal vez como un homenaje a Unamuno y su novela, todo el camino de vuelta estuvo cubierto de una niebla casi impenetrable.

miércoles, 1 de julio de 2009

Thrillereando

No se me ocurrió mejor forma de honrar al fallecido Rey del Pop que presentar las cinco mejores imitaciones de Thriller que he visto:

5. La versión con el elenco de Final Fantasy: The Spirits Within


4. La versión SoBe, con lagartijas bailarinas.


3. La versión filipina, con los prisioneros del Centro de Detención y Rehabilitación de la provincia de Cebu.


2. La versión de Mithun Chakraborty, en la película hindú Kasam Paida Karne Wale Ki.


1. La versión del comediante inglés Lenny Henry.


Por supuesto, esta lista dista de ser exhaustiva u objetiva, pero es entretenida, y ¿no es eso lo que cuenta?

sábado, 27 de junio de 2009

De llaneros y comederos

Ayer, cuando conducía de vuelta a casa, pasé enfrente de uno de los muy afamados Comedores Solidarios creados por el gobierno, donde los almuerzos se venden a Q3, aunque cuesten Q8. Todo gracias a la magia de los subsidios.

(Haciendo un paréntesis, siempre me ha dado curiosidad entrar a estos comedores. Pero hasta ahora, mi curiosidad no ha podido vencer a mi holgazaneria, pues el parqueo más cercano está a tres cuadras.)

Al echar un segundo vistazo, pude apreciar que todavía estaba puesta la manta vinílica que recibió al presidente de Brasil cuando visitó los Comedores.

(Ya que me permitieron hacer un paréntesis, ahora hago otro. Me preocupa que tengan que llevar a los dignatarios extranjeros a comer a comedores públicos. Realmente la crisis nos ha pegado duro.)

Lo último que vi antes de seguir adelante fue el rótulo del comedor, pero por alguna jugarreta óptico-mental, leí COMEDORES SOLITARIOS.

(Este será mi paréntesis final, lo juro. Cuando se tiene una imaginación tan activa como la que yo tengo, cosas pequeñas bastan para hacerla funcionar a todo vapor. Así que durante todo el resto del camino fue inevitable que mi cerebro me bombardeara con vívidas imágenes de refectorios donde cada comensal era obligado a sentarse por aparte, sin hablarle a nadie y con un antifaz del Llanero Solitario puesto. En momentos como éste, agradezco el hecho de no llevar pasajeros en el auto. Al verme riendo solo, me habrían llevado directo al manicomio. )

Buen provecho a todos. O más bien, Hi-Yo Silver.

miércoles, 24 de junio de 2009

Únicos pero reemplazables

Platicaba con una risueña personita sobre ese tema tan delicioso -la gente-, cuando hubo una pausa en la conversación, que ella aprovechó para proferir dos máximas:

-"Todos somos únicos. Y todos somos irremplazables."

Al que respondí: "Únicos, sin duda. ¿Irremplazables? En ningún momento."

Al notar su perplejidad, procedí a utilizar una analogía: "Pensemos en nuestro primer auto. Vivimos mil y una experiencias en él y le tomamos un enorme cariño. Lo llevamos a Esquipulas a santificar, lo lavamos, lo aspiramos, le damos de comer. Pero un día sufre un percance y es declarado pérdida total. Así que compramos otro. Nunca va a ser como nuestro primer carro. Pero el primer carro ya no está, y tenemos que seguir transportándonos."

Ella no parecía convencida, entonces quise poner otro ejemplo. "Imagínate que alguien es el director de una empresa, y trabaja muy bien y todo, pero o se va o lo despiden. Entonces tienen que llamar a alguien que tenga el mismo perfil, aunque ya no sea lo mismo."

Luego de arrugar su ceño, la seño me dijo: "Eso está bien, pero la gente no es un objeto o un puesto laboral. En tu familia, eres absolutamente irremplazable."

Me quedé callado un momento y luego de tomar aire, dije: "Si, pero la familia es el único lugar donde eres realmente insustituible. Pongamoslo asi: cada quien tiene 'lugares' o 'espacios' en su corazón, para ciertas personas. Es como un casting, si lo quieres ver así. Digamos que cada quien tiene que conseguir quien llene los roles para una figura maternal, una figura paternal, un interés romántico, y uno o dos amigos muy íntimos. Esos espacios pueden ser ocupados por diferentes personas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si un padre o una madre faltan en la vida de uno, entonces tal vez un señor mayor, un profesor o bien un tio pueden ocupar el puesto de 'figura paterna'. ¿Y los amigos? Pues el tiempo va cambiando las circunstancias y los lugares que uno frecuenta, y eso invariablemente ocasiona en que el círculo de amigos vaya cambiando siempre. Por ejemplo, me he dado de que siempre tengo que tener un amigo chistoso y no digamos un amigo sabelotodo, pero no siempre han sido los mismos. He cambiado el amigo sabelotodo tres veces en los últimos cinco años. Ahora bien, si estamos hablando de noviazgos, pues ese tal vez sea el mejor ejemplo de lo reemplazables que somos, porque si ese lugar queda vacante, entonces tienes dos opciones: o reemplazas a la persona que ocupaba ese puesto, o bien te quedas soltero toda la vida. Claro que el tiempo que cada quien pasa con otra persona es especial y por eso es concuerdo contigo en lo único de cada cual. Pero al final, es como lo del casting, porque aunque el actor que quieras para ese papel no pueda desempeñarlo, alguien tiene que hacerlo, o no se rueda la película."

Satisfecho conmigo mismo con tan profunda explicación, esperé una respuesta.

Ella no respondió. Lo tomé como una victoria absoluta de mis argumentos sobre su intelecto. Ella tenía los ojos cerrados, y parecía meditar sobre mis palabras. En eso empezó a hacer un ruido como un graznido. Me tomó unos segundos darme cuenta que era la versión femenina de un ronquido.

sábado, 20 de junio de 2009

Suicidius interruptus

Aunque ellos mismos se nieguen a aceptarlo, tengo muchos amigos que ya no quieren vivir. Aunque no estén deprimidos -que yo sepa-, buscan la muerte una y otra vez. Y a pesar de tantas formas de matarse gratuitas que hay, ellos eligen pagar mucho dinero por cada intento.

Mis amigos, hasta ahora, no han sido muy exitosos en sus actividades pro-mortuorias. Pero con lo perseverantes que son, no dudo que muy pronto alguno conseguirá trascender esta vida y pasar a la siguiente.

Lo interesante es ver como han cambiado últimamente los términos para describir el suicidio.

ANTES: tirarse de un puente, ahogarse en el mar o estrellar el auto en un árbol.
HOY: bungee, rappel, canopy, buceo, paracaidismo y automovilismo.

Atribuyo la necesidad de crear tanto vocablo nuevo a la negativa connotación que tiene el suicidio en nuestra sociedad. Si un tipo dice que va a arrojarse de un despeñadero, le llevan al psiquiatra. Pero si dice que va a hacer montañismo, lo dejan ir sin más a encontrarse con su Creador.

Por lo mismo, me imagino, es que mis amigos se rehúsan firmemente a aceptar las verdaderas razones que los impulsan a realizar estos actos de autoinmolacion. Siempre arguyen cosas como: querer escapar al tedio, ganas de vivir la vida al máximo o una adicción a la adrenalina. Tal vez sea hora de iniciar un grupo de apoyo llamado Adrenalinómanos Anónimos. (Para los interesados, ya está la camiseta disponible.)

Lo peligroso de tener amigos así es que pueden aprovechar un momento de debilidad para convencerlo a uno de unirse a un suicidio masivo estilo Jamestown. Así fue como yo me encontré a mi mismo colgando de un cable sobre un barranco a 20 metros de altura. Canopy, le dicen. Alli mismo me arrepentí de mi osadía y mi desapego a la vida. Con lágrimas en los ojos, pedi ayuda a los Cielos, y fui escuchado. Ahora estoy decidido a cumplir con mi promesa y no volveré a hacer un deporte extremo en toda mi vida.

miércoles, 17 de junio de 2009

¡Por mis barbas!

Mi madre me detesta. Bueno, en realidad aborrece una parte de mi ser. En específico, el área que se extiende abajo de mi nariz y arriba de mi manzana de Adán. Y no aborrece esa área de mi cara en sí, sino que odia que dicha sección esté poblada por una pelambre frondosa y exhuberante.


(Foto: village9991)

Probablemente se deba a que ella me conoció durante los 13 largos años en los que permanecí sin vello facial alguno. Luego mi testosterona empezó a manifestarse en forma de una muy varonil voz, un crecimiento óseo y muscular exponencial, ...y un bigote de lo más bochornoso. Mi tia Magda tenía más pelos que yo en ese entonces. Así que empecé a rasurarme religiosamente a partir de ese día. Pero no era feliz. Soñaba con una barba lujuriosa y larga, que fuera la envidia de cualquier pirata. Pero eso todavía no había de ser.

No fue sino hasta un par de años después de haber alcanzado la mayoría de edad que mi barbilla empezó a oscurecerse indicando la presencia de pelos bajo la epidermis. En un acto de libertinaje, dejé mi mentón desatendido durante casi cuatro meses hasta que se pobló de una barba un tanto dispareja, pero barba al fin.

Esta fue la primera vez que mi madre usó su ingenio para privarme de mi barba. Cuando sus ruegos y reclamos fracasaron, procedió a chantajeándome con conseguirme mi primera computadora a cambio de que mantuviera mi cara sans pelos. La codicia pudo más que mis principios y cedí. Tuvieron que pasar cinco años más para que volviera a intentar algo parecido.

Fue en mi primer viaje largo sin mis padres que me atreví a dejar de rasurarme una vez más y durante tres semanas mi cara se llenó de pelos. Cuando mi madre vio la frondosidad de mi mentón, tuvo que admitir la derrota. Desde entonces, mi barba me acompaña, oscura e hirsuta, como una proclamación indiscutible de mi masculinidad. De vez en cuando, en un acto de vandalismo, deforesto mi mandíbula, para gozo materno. Pero el hastío de los rastrillos y las rasuradoras me vence al poco tiempo y con tristeza, mi madre ve resurgir a su enemiga, como el ave fénix, poderosa e invencible.

sábado, 13 de junio de 2009

La música de los sonidos

De mi colección de comportamientos bizarros, destacan algunos que disfruto practicar frecuentemente. El primero es oir la misma canción repetidamente, decenas de veces. Otro es hablarme a mí mismo mientras conduzco. También me gusta repetir para mí mismo frases que he escuchado en el cine o que he oido decir por allí. Y -¡casi lo olvido!- me gusta leer en voz alta.

Pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que hacía estas cosas habitualmente. Pero más tiempo tuvo que pasar para que pudiera darme cuenta que todos estos hábitos estaban vinculados y tenían una explicación en común.

Comprendí todo luego de ver el corto Bullet in the Brain, protagonizado por Tom Noonan y basado en un cuento del escritor Tobias Wolff. En una escena, el protagonista recuerda un momento de su infancia, cuando oyó a otro niño pronunciar unas palabras de una forma tan incorrecta como lírica. Hipnotizado por los sonidos, el protagonista se queda repitiendo la frase una y otra vez, deleitado por el placer que le producía escucharla.





Y eso es justo lo que me pasa a mí. Al igual que uno come despacio para saborear un platillo, a mí me gusta oir ciertas cosas una y otra vez para captar todas sus candencias, sus tonos, sus ritmos. Y la voz humana es especialmente fascinante cuando se auna a las peculiaridades del hablar personal. La gente llega a tener frases tan emblemáticas que a veces únicamente necesito recitar en voz alta una o dos de ellas para recordar a esa persona tan vívidamente que casi la puedo ver.

Probablemente ese placer, esa pasión por los sonidos se origine de mi infancia, cuando me leían en voz alta. Los proponentes de la lectura rápida buscan eliminar la subvocalización, es decir, pronunciar mentalmente cada palabra que uno lee. Pero cuando realizo lectura recreativa nada hay tan placentero como la combinación de textos y audio. Tal vez por eso disfruto más las películas subtituladas que las dobladas a mi idioma.

Pero, como todo, leer en voz alta también tiene sus bemoles. El otro día, mi madre me reclamó que estuviera viendo tele, y me sugirió que leyera algo. Yo le respondí: "Madre, no puedo leer ahora. Me duele la garganta."

miércoles, 10 de junio de 2009

¿Sexo? ¿Para que?

En una de esas conversaciones en las que se arregla el mundo entero, unos amigos y yo empezamos a disertar sobre el verdadero propósito del sexo. Los más conservadores se apresuraron a indicar que la actividad sexual fue diseñada estrictamente para propósitos reproductivos, y para nada más. Pero ojalá fuera así de simple.

La realidad es que en el humano, el sexo es de lo más complicado que hay. Define identidades, crea o destruye relaciones, es un negocio multimillonario, es objeto de culto, inspiración de artistas, causante de adicciones, hace que la gente haga festivales y ocasiona guerras (pregúntenle a los troyanos). Para algunos, es un artilugio del Demonio. Para otros es un regalo de Dios.

Y todo porque la actividad sexual genera un coctel de oxitocina y prolactina, hormonas que causan esa mítica avalancha de sensaciones llamada orgasmo. Lo irónico es que el orgasmo -según los biólogos- surgió como una recompensa evolutiva para que los humanos tuvieran bebés más seguido y así aseguraran el futuro de la especie. Pero la naturaleza no contaba con que los humanos iban a pasarse de listos descubriendo formas de llegar al orgasmo sin pasar por la reproducción.

¡Y vaya si no han sido exitosos! Ahora que se puede tener sexo sin el peligro de una paternidad no planificada, la gente ha dado rienda suelta a su creatividad, inventando tantas formas de actividad sexual como la imaginación permite. Lo malo es que tanto refocilar sin producir hijos ha causado que varios países estén experimentando crecimiento demográfico negativo, es decir, sus poblaciones están disminuyendo.

Y así están las cosas. La gente está teniendo más sexo que un conejo, pero los niños habrá que hacerlos con probeta. A nuestros lectores que buscan buenas inversiones en estos tiempos de crisis, les recomendamos comprar acciones de Durex o Trojan. Esa gente nunca se va a morir de hambre.

(A nuestros lectores les recomendamos precaución al reproducir el siguiente video, debido a la naturaleza gráfica del mismo.)

domingo, 7 de junio de 2009

Hablad ahora o callad para siempre



Hace tiempo que descubrí que tengo un talento inusitado para meter la pata a cada rato. Por supuesto que no es intencional, pero sucede. Y cuando lo hago, recibo los reclamos con resignación y humildad. Pero si y solo si, me alegan en un tiempo prudente.

Yo entiendo que no es bueno reclamar en el momento. A veces sí es necesario calmarse un poquito para no soltar vociferaciones que puedan traumatizar excesivamente a la otra persona. Sin embargo, esperar demasiado es mucho más nocivo.

Los reclamos no son como el vino: no se hacen mejores con el tiempo. Al contrario. Entre más tiempo guardes un reclamo en el corazón, más agrio y más tóxico se convierte. Y cuando al fin sale, es tan corrosivo como el vitriolo.

Y cuando finalmente se reclama, el objeto del reclamo es tomado totalmente por sorpresa y por lo tanto es incapaz de defenderse o explicarse. He conocido personas que me han reclamado por cosas hechas semanas, meses o hasta años atrás. Y eso tampoco se vale.

Por eso yo le pido a todos mis amigos, que si hago o digo algo que los ofenda, me lo digan cuanto antes, porque loterías pasadas, no son pagadas.

sábado, 30 de mayo de 2009

Ah... El amoreeee

All you need is love, dicen los Beatles.

Es increible el impacto que tiene el amor en nuestras vidas. Pero más impactante la cantidad de canciones que llevan "Love" en el título. Pareciera que es la única palabra que conocen los artistas. A pesar de que mi biblioteca musical no es de las más exhaustivas, una rápida búsqueda generó más de 200 resultados, que abarcaban géneros como rap, soul, reggae, salsa y rock, y con exponentes como Jennifer López y Santana. Aquí están las me apeteció comentar:

Addicted to Love - Robert Palmer. Esta canción fue famosa por su icónico video, que genero muchísimos "homenajes" (copias descaradas), de los cuales uno de los mejores es este. Inclusive aqui hay un video que muestra como lograr el "look" de maniquí que tenían las chicas, mientras se balanceaban totalmente ajenas a la música.

Fell in Love With a Girl - White Stripes Una canción rudamente electrizada y veloz, que tuvo un video de Michel Goundry animado con bloquecitos de plástico. LEGO perdio una oportunidad de promoción al negarse a producir un pequeño set para acompañar las ventas del sencillo.

From Rusholme With Love - Mint Royale Esta canción ha aparecido en varias películas, como Vanilla Sky, Kung Pow! Enter The Fist, pero yo la recuerdo por su aparición en Serendipity, donde fue presentada como una composición del personaje de John Corbett.

Let Love Be Your Energy - Robbie Williams El divertido video animado de esta canción presenta a Robbie corriendo, corriendo y corriendo entre frecuentes interludios con jovencitas. Por supuesto, la higiénica versión americana del video no mostró nada de nudismo y mucho menos la toma del "pequeño amigo" de Williams.

Finalmente, aquí les dejamos con Love Etc., el más reciente single de los Pet Shop Boys, de su disco Yes. Un alucinante video, para un alucinante tema.



(video cortesía Parlophone)

miércoles, 27 de mayo de 2009

La pasajera

Hoy necesitaba hacer unos gafetes, así que pasé a comprar unos ganchos de esos que llaman imperdibles. Pero al llegar a la tienda, vi que no había parqueo cerca. Así que tuve que dejar mi carro a dos cuadras de distancia, lo cual es increíblemente incómodo para alguien tan poco acostumbrado a caminar como yo.

Empecé mi trayecto hacia la tienda pensando en lo bárbarico que resultaba utilizar los pies para desplazarse. Ensimismado en mis pensamientos, vi un punto rojo que volaba en mi dirección. Tardé unos instantes en reaccionar. Traté de moverme del paso del punto, pero este pareció titubear unos instantes antes de impactar contra mí. Confundido, empecé a revisarme para comprender lo que acababa de pasar. Revisé mi ropa sin resultados. Iba a renunciar a mi investigación cuando noté lo que parecía una roncha en mi antebrazo derecho. Al inspeccionar más de cerca, pude notar que se trataba de una tortolita naranja.



(Foto: wiccked)

La tortolita es un tipo de escarabajo, y hay más de cinco mil especies. A pesar de su apariencia inofensiva, la mayoría son carnívoras. Y por su naturaleza depredadora que la gente las adora, pues sus presas favoritas son los insectos que acechan los cultivos de los granjeros. Las tortolitas constituyen así, un control de plagas natural.

Si se hubiera tratado de cualquier otro insecto, mi reacción hubiera sido lanzar al bicho al vacío sin pensarlo, pero las tortolitas son insectos beneficiosos e inofensivos para los humanos. Además que tienen una apariencia muy divertida. Así que no vi razón alguna para molestarla.

Mucha gente considera a la tortolita como un insecto de la suerte. Si le cae a una persona encima, hay que pedir un deseo antes de soplarle delicadamente para que se vaya.

Fascinado con la diminuta criatura, la contemplé mas detenidamente. Era realmente minúscula. Y a diferencia de la tortolita tradicional cubierta de puntos negros, esta no tenía una sola mancha. El golpe parecía haberla atontado. Se notaba que no había tenido ni tiempo de guardar bien sus alas y una parte de ala asomaba bajo uno de sus elitros (esas cubiertas duras que protegen las alas de ciertos insectos). Conforme se calmó, empacó sus alas y comenzó a moverse un poco.

Las tortolitas vienen en muchos colores. Las hay amarillas, naranjas, verdes, blancas. Inclusive hay unas tornasoladas. Pero la imagen popular de la tortolita es la clásica roja con lunares negros. Gusta tanto su apariencia, que ha sido utilizada en logotipos de empresas de las ramas mas variadas de la industria: electrónica, teléfonos, supermercados, etc.

Una vocecilla lejana dentro de mi mente me hizo romper mi embelesamiento y reanudar mi marcha, con la tortolita todavía adosada a los vellos de mi antebrazo. Pensé que al empezar a caminar, la tortolita iba a salir volando, pero no parecía dispuesta a abandonarme todavía.

Me detuve en la esquina y pude ver el tráfico de siempre, tan inmóvil que hace irrelevantes los semáforos. Crucé sin prisa la intersección atestada y cuando llegué a la esquina opuesta, no necesité ver si mi acompañante iba todavía conmigo, pues podía sentir las cosquillas de sus patas en mi piel.


Las tortolitas responden a muchos nombres. Hay quienes las llaman mariquitas. En Irlanda les dicen "la pequeña vaquita de Dios". En Dinamarca les dicen "gallina de María". En Croacia le dicen "pequeña oveja". En Israel le dicen "caballito de Moisés". (Aparentemente existe una obsesión global con afiliar a este insecto a los animales de granja.)

Llegué a la tienda sin novedad, cuando senti que mi brazo se había liberado de su pequeña carga. Al voltear a ver, pude divisar un rayo de color naranja alejarse hacia el cielo. Sin pensarlo dije, dirigiéndome a la tortolita:
"¡Gracias por la compañía! ¡Puedo volver a darte jalón cuando quieras!".

No les puedo explicar la cara de extrañeza que la dependienta tenía cuando me volví. Se notaba en sus ojos la intención de llamar al manicomio. Me apresuré a pedir cuatro docenas de ganchos para que olvidara el asunto.

domingo, 24 de mayo de 2009

Titus

Había una vez un programa que frecuentemente trataba sobre violencia doméstica, suicidio, abuso infantil, enfermedades mentales, violencia con armas de fuego, uso de drogas, abuso doméstico, alcoholismo y/o terrorismo. Y aunque ustedes no lo crean, era una comedia.

Sobra decir que Titus fue un programa diferente. Autobiográfico, controversial y con un humor tan oscuro que hacía que el negro pareciera un color pastel, el programa hacía que uno se preguntara cómo era posible que alguien con un pasado tan colorido como Christopher Titus -hijo de una esquizofrénica maniaco-depresiva con tendencias homicidas- no fuera inquilino de una institución psiquiátrica o una prisión de máxima seguridad.

Es un milagro que Titus haya logrado durar tres temporadas y que alcanzara los 54 episodios. Es una lástima que durase tan poco, pero afortunadamente ya está en DVD, y nomás reuna unos centavos compraré la colección completa, para compartirlo con los pobres diablos que no han tenido la oportunidad de sentir sus sensibilidades ultrajadas por el mórbido humor de este programa. Todos necesitamos experimentar algo así al menos una vez en la vida.

El programa ha muerto, pero afortunadamente para nosotros sus fanáticos, Christopher Titus continua en las andadas. Su rutina de comedia más reciente se llama "Love is evoL" y trata sobre las cosas indecibles que jóvenes y jóvenas aguantamos con tal de recibir un poquito de amor.

Que les aproveche.

Christopher Titus - Love is evoL

Por si no los han leído:

Related Posts with Thumbnails