sábado, 27 de junio de 2009

De llaneros y comederos

Ayer, cuando conducía de vuelta a casa, pasé enfrente de uno de los muy afamados Comedores Solidarios creados por el gobierno, donde los almuerzos se venden a Q3, aunque cuesten Q8. Todo gracias a la magia de los subsidios.

(Haciendo un paréntesis, siempre me ha dado curiosidad entrar a estos comedores. Pero hasta ahora, mi curiosidad no ha podido vencer a mi holgazaneria, pues el parqueo más cercano está a tres cuadras.)

Al echar un segundo vistazo, pude apreciar que todavía estaba puesta la manta vinílica que recibió al presidente de Brasil cuando visitó los Comedores.

(Ya que me permitieron hacer un paréntesis, ahora hago otro. Me preocupa que tengan que llevar a los dignatarios extranjeros a comer a comedores públicos. Realmente la crisis nos ha pegado duro.)

Lo último que vi antes de seguir adelante fue el rótulo del comedor, pero por alguna jugarreta óptico-mental, leí COMEDORES SOLITARIOS.

(Este será mi paréntesis final, lo juro. Cuando se tiene una imaginación tan activa como la que yo tengo, cosas pequeñas bastan para hacerla funcionar a todo vapor. Así que durante todo el resto del camino fue inevitable que mi cerebro me bombardeara con vívidas imágenes de refectorios donde cada comensal era obligado a sentarse por aparte, sin hablarle a nadie y con un antifaz del Llanero Solitario puesto. En momentos como éste, agradezco el hecho de no llevar pasajeros en el auto. Al verme riendo solo, me habrían llevado directo al manicomio. )

Buen provecho a todos. O más bien, Hi-Yo Silver.

miércoles, 24 de junio de 2009

Únicos pero reemplazables

Platicaba con una risueña personita sobre ese tema tan delicioso -la gente-, cuando hubo una pausa en la conversación, que ella aprovechó para proferir dos máximas:

-"Todos somos únicos. Y todos somos irremplazables."

Al que respondí: "Únicos, sin duda. ¿Irremplazables? En ningún momento."

Al notar su perplejidad, procedí a utilizar una analogía: "Pensemos en nuestro primer auto. Vivimos mil y una experiencias en él y le tomamos un enorme cariño. Lo llevamos a Esquipulas a santificar, lo lavamos, lo aspiramos, le damos de comer. Pero un día sufre un percance y es declarado pérdida total. Así que compramos otro. Nunca va a ser como nuestro primer carro. Pero el primer carro ya no está, y tenemos que seguir transportándonos."

Ella no parecía convencida, entonces quise poner otro ejemplo. "Imagínate que alguien es el director de una empresa, y trabaja muy bien y todo, pero o se va o lo despiden. Entonces tienen que llamar a alguien que tenga el mismo perfil, aunque ya no sea lo mismo."

Luego de arrugar su ceño, la seño me dijo: "Eso está bien, pero la gente no es un objeto o un puesto laboral. En tu familia, eres absolutamente irremplazable."

Me quedé callado un momento y luego de tomar aire, dije: "Si, pero la familia es el único lugar donde eres realmente insustituible. Pongamoslo asi: cada quien tiene 'lugares' o 'espacios' en su corazón, para ciertas personas. Es como un casting, si lo quieres ver así. Digamos que cada quien tiene que conseguir quien llene los roles para una figura maternal, una figura paternal, un interés romántico, y uno o dos amigos muy íntimos. Esos espacios pueden ser ocupados por diferentes personas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si un padre o una madre faltan en la vida de uno, entonces tal vez un señor mayor, un profesor o bien un tio pueden ocupar el puesto de 'figura paterna'. ¿Y los amigos? Pues el tiempo va cambiando las circunstancias y los lugares que uno frecuenta, y eso invariablemente ocasiona en que el círculo de amigos vaya cambiando siempre. Por ejemplo, me he dado de que siempre tengo que tener un amigo chistoso y no digamos un amigo sabelotodo, pero no siempre han sido los mismos. He cambiado el amigo sabelotodo tres veces en los últimos cinco años. Ahora bien, si estamos hablando de noviazgos, pues ese tal vez sea el mejor ejemplo de lo reemplazables que somos, porque si ese lugar queda vacante, entonces tienes dos opciones: o reemplazas a la persona que ocupaba ese puesto, o bien te quedas soltero toda la vida. Claro que el tiempo que cada quien pasa con otra persona es especial y por eso es concuerdo contigo en lo único de cada cual. Pero al final, es como lo del casting, porque aunque el actor que quieras para ese papel no pueda desempeñarlo, alguien tiene que hacerlo, o no se rueda la película."

Satisfecho conmigo mismo con tan profunda explicación, esperé una respuesta.

Ella no respondió. Lo tomé como una victoria absoluta de mis argumentos sobre su intelecto. Ella tenía los ojos cerrados, y parecía meditar sobre mis palabras. En eso empezó a hacer un ruido como un graznido. Me tomó unos segundos darme cuenta que era la versión femenina de un ronquido.

sábado, 20 de junio de 2009

Suicidius interruptus

Aunque ellos mismos se nieguen a aceptarlo, tengo muchos amigos que ya no quieren vivir. Aunque no estén deprimidos -que yo sepa-, buscan la muerte una y otra vez. Y a pesar de tantas formas de matarse gratuitas que hay, ellos eligen pagar mucho dinero por cada intento.

Mis amigos, hasta ahora, no han sido muy exitosos en sus actividades pro-mortuorias. Pero con lo perseverantes que son, no dudo que muy pronto alguno conseguirá trascender esta vida y pasar a la siguiente.

Lo interesante es ver como han cambiado últimamente los términos para describir el suicidio.

ANTES: tirarse de un puente, ahogarse en el mar o estrellar el auto en un árbol.
HOY: bungee, rappel, canopy, buceo, paracaidismo y automovilismo.

Atribuyo la necesidad de crear tanto vocablo nuevo a la negativa connotación que tiene el suicidio en nuestra sociedad. Si un tipo dice que va a arrojarse de un despeñadero, le llevan al psiquiatra. Pero si dice que va a hacer montañismo, lo dejan ir sin más a encontrarse con su Creador.

Por lo mismo, me imagino, es que mis amigos se rehúsan firmemente a aceptar las verdaderas razones que los impulsan a realizar estos actos de autoinmolacion. Siempre arguyen cosas como: querer escapar al tedio, ganas de vivir la vida al máximo o una adicción a la adrenalina. Tal vez sea hora de iniciar un grupo de apoyo llamado Adrenalinómanos Anónimos. (Para los interesados, ya está la camiseta disponible.)

Lo peligroso de tener amigos así es que pueden aprovechar un momento de debilidad para convencerlo a uno de unirse a un suicidio masivo estilo Jamestown. Así fue como yo me encontré a mi mismo colgando de un cable sobre un barranco a 20 metros de altura. Canopy, le dicen. Alli mismo me arrepentí de mi osadía y mi desapego a la vida. Con lágrimas en los ojos, pedi ayuda a los Cielos, y fui escuchado. Ahora estoy decidido a cumplir con mi promesa y no volveré a hacer un deporte extremo en toda mi vida.

miércoles, 17 de junio de 2009

¡Por mis barbas!

Mi madre me detesta. Bueno, en realidad aborrece una parte de mi ser. En específico, el área que se extiende abajo de mi nariz y arriba de mi manzana de Adán. Y no aborrece esa área de mi cara en sí, sino que odia que dicha sección esté poblada por una pelambre frondosa y exhuberante.


(Foto: village9991)

Probablemente se deba a que ella me conoció durante los 13 largos años en los que permanecí sin vello facial alguno. Luego mi testosterona empezó a manifestarse en forma de una muy varonil voz, un crecimiento óseo y muscular exponencial, ...y un bigote de lo más bochornoso. Mi tia Magda tenía más pelos que yo en ese entonces. Así que empecé a rasurarme religiosamente a partir de ese día. Pero no era feliz. Soñaba con una barba lujuriosa y larga, que fuera la envidia de cualquier pirata. Pero eso todavía no había de ser.

No fue sino hasta un par de años después de haber alcanzado la mayoría de edad que mi barbilla empezó a oscurecerse indicando la presencia de pelos bajo la epidermis. En un acto de libertinaje, dejé mi mentón desatendido durante casi cuatro meses hasta que se pobló de una barba un tanto dispareja, pero barba al fin.

Esta fue la primera vez que mi madre usó su ingenio para privarme de mi barba. Cuando sus ruegos y reclamos fracasaron, procedió a chantajeándome con conseguirme mi primera computadora a cambio de que mantuviera mi cara sans pelos. La codicia pudo más que mis principios y cedí. Tuvieron que pasar cinco años más para que volviera a intentar algo parecido.

Fue en mi primer viaje largo sin mis padres que me atreví a dejar de rasurarme una vez más y durante tres semanas mi cara se llenó de pelos. Cuando mi madre vio la frondosidad de mi mentón, tuvo que admitir la derrota. Desde entonces, mi barba me acompaña, oscura e hirsuta, como una proclamación indiscutible de mi masculinidad. De vez en cuando, en un acto de vandalismo, deforesto mi mandíbula, para gozo materno. Pero el hastío de los rastrillos y las rasuradoras me vence al poco tiempo y con tristeza, mi madre ve resurgir a su enemiga, como el ave fénix, poderosa e invencible.

sábado, 13 de junio de 2009

La música de los sonidos

De mi colección de comportamientos bizarros, destacan algunos que disfruto practicar frecuentemente. El primero es oir la misma canción repetidamente, decenas de veces. Otro es hablarme a mí mismo mientras conduzco. También me gusta repetir para mí mismo frases que he escuchado en el cine o que he oido decir por allí. Y -¡casi lo olvido!- me gusta leer en voz alta.

Pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que hacía estas cosas habitualmente. Pero más tiempo tuvo que pasar para que pudiera darme cuenta que todos estos hábitos estaban vinculados y tenían una explicación en común.

Comprendí todo luego de ver el corto Bullet in the Brain, protagonizado por Tom Noonan y basado en un cuento del escritor Tobias Wolff. En una escena, el protagonista recuerda un momento de su infancia, cuando oyó a otro niño pronunciar unas palabras de una forma tan incorrecta como lírica. Hipnotizado por los sonidos, el protagonista se queda repitiendo la frase una y otra vez, deleitado por el placer que le producía escucharla.





Y eso es justo lo que me pasa a mí. Al igual que uno come despacio para saborear un platillo, a mí me gusta oir ciertas cosas una y otra vez para captar todas sus candencias, sus tonos, sus ritmos. Y la voz humana es especialmente fascinante cuando se auna a las peculiaridades del hablar personal. La gente llega a tener frases tan emblemáticas que a veces únicamente necesito recitar en voz alta una o dos de ellas para recordar a esa persona tan vívidamente que casi la puedo ver.

Probablemente ese placer, esa pasión por los sonidos se origine de mi infancia, cuando me leían en voz alta. Los proponentes de la lectura rápida buscan eliminar la subvocalización, es decir, pronunciar mentalmente cada palabra que uno lee. Pero cuando realizo lectura recreativa nada hay tan placentero como la combinación de textos y audio. Tal vez por eso disfruto más las películas subtituladas que las dobladas a mi idioma.

Pero, como todo, leer en voz alta también tiene sus bemoles. El otro día, mi madre me reclamó que estuviera viendo tele, y me sugirió que leyera algo. Yo le respondí: "Madre, no puedo leer ahora. Me duele la garganta."

miércoles, 10 de junio de 2009

¿Sexo? ¿Para que?

En una de esas conversaciones en las que se arregla el mundo entero, unos amigos y yo empezamos a disertar sobre el verdadero propósito del sexo. Los más conservadores se apresuraron a indicar que la actividad sexual fue diseñada estrictamente para propósitos reproductivos, y para nada más. Pero ojalá fuera así de simple.

La realidad es que en el humano, el sexo es de lo más complicado que hay. Define identidades, crea o destruye relaciones, es un negocio multimillonario, es objeto de culto, inspiración de artistas, causante de adicciones, hace que la gente haga festivales y ocasiona guerras (pregúntenle a los troyanos). Para algunos, es un artilugio del Demonio. Para otros es un regalo de Dios.

Y todo porque la actividad sexual genera un coctel de oxitocina y prolactina, hormonas que causan esa mítica avalancha de sensaciones llamada orgasmo. Lo irónico es que el orgasmo -según los biólogos- surgió como una recompensa evolutiva para que los humanos tuvieran bebés más seguido y así aseguraran el futuro de la especie. Pero la naturaleza no contaba con que los humanos iban a pasarse de listos descubriendo formas de llegar al orgasmo sin pasar por la reproducción.

¡Y vaya si no han sido exitosos! Ahora que se puede tener sexo sin el peligro de una paternidad no planificada, la gente ha dado rienda suelta a su creatividad, inventando tantas formas de actividad sexual como la imaginación permite. Lo malo es que tanto refocilar sin producir hijos ha causado que varios países estén experimentando crecimiento demográfico negativo, es decir, sus poblaciones están disminuyendo.

Y así están las cosas. La gente está teniendo más sexo que un conejo, pero los niños habrá que hacerlos con probeta. A nuestros lectores que buscan buenas inversiones en estos tiempos de crisis, les recomendamos comprar acciones de Durex o Trojan. Esa gente nunca se va a morir de hambre.

(A nuestros lectores les recomendamos precaución al reproducir el siguiente video, debido a la naturaleza gráfica del mismo.)

domingo, 7 de junio de 2009

Hablad ahora o callad para siempre



Hace tiempo que descubrí que tengo un talento inusitado para meter la pata a cada rato. Por supuesto que no es intencional, pero sucede. Y cuando lo hago, recibo los reclamos con resignación y humildad. Pero si y solo si, me alegan en un tiempo prudente.

Yo entiendo que no es bueno reclamar en el momento. A veces sí es necesario calmarse un poquito para no soltar vociferaciones que puedan traumatizar excesivamente a la otra persona. Sin embargo, esperar demasiado es mucho más nocivo.

Los reclamos no son como el vino: no se hacen mejores con el tiempo. Al contrario. Entre más tiempo guardes un reclamo en el corazón, más agrio y más tóxico se convierte. Y cuando al fin sale, es tan corrosivo como el vitriolo.

Y cuando finalmente se reclama, el objeto del reclamo es tomado totalmente por sorpresa y por lo tanto es incapaz de defenderse o explicarse. He conocido personas que me han reclamado por cosas hechas semanas, meses o hasta años atrás. Y eso tampoco se vale.

Por eso yo le pido a todos mis amigos, que si hago o digo algo que los ofenda, me lo digan cuanto antes, porque loterías pasadas, no son pagadas.

Por si no los han leído:

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