jueves, 24 de diciembre de 2009

Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la impunidad

Hay un bien precioso que ha sido acaparado desde hace mucho tiempo por los políticos, los funcionarios, los adinerados, los poderosos y los delincuentes, al mismo tiempo que se le ha negado a la población en general. Pero ha llegado el momento en que el pueblo reciba lo que se merece. Es hora de que todos disfrutemos de la impunidad.


(Foto: Olli-Pekka Orpo)

La prueba de que el libertinaje es derecho de todos es que viene programado en nuestros genes. Es por ello que la infancia es un tiempo maravilloso para la impudicia. Cuando somos pequeños, esclavizamos a nuestros padres, quitándoles incontables horas de su precioso sueño para que nos cambien el pañal, nos den de comer y nos saquen el aire. Y si falta algo más, basta un berrinche de buen calibre para lograr que todo sea miel sobre hojuelas.

lunes, 21 de diciembre de 2009

El dolor del cambio

Después de luchar por muchos años, ha empezado a perder la batalla, y es cada vez más evidente que su fin está cerca, muy cerca. Aunque desde hace varios meses su desgaste era evidente, hoy apenas puede realizar las más mínimas tareas. Por dentro, todos sus sistemas principales le están colapsando y yo sé que debo prepararme para lo inevitable: cambiar de teléfono celular.


(Foto: Malek Chamoun)

Por si no los han leído:

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