domingo, 3 de octubre de 2010

No hay peor sordo que el que puede oír

(Foto: Chris Ryan)

Durante mis años mozos, mis padres me recomendaron repetidamente que no escuchara la música a volúmenes tan elevados, pues me quedaría sordo. ¡Si tan sólo no les hubiera hecho caso!

Durante mucho tiempo, estuve convencido de que mis años de visitar discotecas habían dejado mi oído interno tan devastado como el centro de Hiroshima después de que le dejaran caer la bomba atómica encima. El galopante tinnitus que desarrollé en mi adolescencia parecía confirmar mi suposición. Sin embargo, esto lejos de entristecerme, me daba una cierta tranquilidad.

Porque si bien es cierto que estar completamente sordo no deja de ser una tragedia, estar medianamente sordo constituye una ventaja cuando se vive en una ciudad moderna. El semisordo puede transitar por la calle sin tener necesidad de cargar audífonos o tapones en los oidos para amordazar los gritos de los peatones ni el generoso uso del claxon de los conductores. ¿Y que pasa cuando uno se encuentra en interiores? Pues, seamos sinceros, la mayoría de las cosas que uno oye cotidianamente son puras fruslerías. En el caso de la información realmente importante, por lo general viene en forma escrita.

Pero hace un par de meses empecé a entrever la posibilidad de que tal vez no fuera yo tan sordo como pretendía ser. Me encontraba almorzando en casa de lo más contento cuando sentí mis tímpanos ser ultrajados por un chirrido tan agudo e insoportable que, si alguien hubiera decidido arañar un pizarrón en ese preciso momento, el rechinido resultante habría semejado una dulce melodía. Con las manos cubriéndome las orejas, busqué la fuente de tan detestable cacofonía, que resultó ser mi hermana, que me miraba atentamente mientras me apuntaba con su celular. ¿Pudiste oir eso?, me preguntó. Ese día aprendí dos cosas: primero, que mi hermana tiene una veta sádica de cuidado, y segundo, que pertenezco al reducido número de individuos que pueden percibir sonidos de alta frecuencia después de los veinticinco.

Lejos estaba yo de imaginar lo perjudicial que iba a resultarme pertenecer a este grupo de élite auditiva hasta que llegué a la casa el viernes. Al abrir la puerta fui recibido por un sonido agudo de origen desconocido, semejante a mi tinnitus, pero mucho más fuerte. Pensé en que podría ser mi hermana de nuevo, pero no. El sonido provenía de fuera, probablemente de alguna alarma doméstica mal ajustada. Fui a recorrer varias veces el vecindario pero no pude determinar el origen del sonido, y así no puedo exigirle a alguien que haga algo por eliminarlo. Además, como es el fin de semana, es poco probable que pueda hacerse algo antes del lunes.

Mientras tanto, no me queda otra que aguantarme. He cerrado puertas y ventanas, pero como se trata de un sonido de alta frecuencia, atraviesa vidrio y paredes como si fueran mantequilla. La única solución que he encontrado para no escucharlo es llenar mis oídos con música a todo volumen, de modo que el pitido no tenga espacio por donde llegar a mis tímpanos. De esta forma creo que lograré aguantar hasta que el pitido desaparezca o yo me quede sordo del todo. Mi madre me ha dicho algo que sonó a “victoria pírrica”, pero como no pude leer sus labios y ella tampoco lo puso por escrito, no estoy seguro.

5 comentarios:

Lafán dijo...

Yo soy una de las que va al cine llevando sus tapones de oídos y de aquéllas que caen mal cuando piden que "por favor, bajen el volumen." Así que me solidarizo contigo y te felicito por el retorno de Neuronas Parlanchinas, que toca nuestros oídos tan estrepitosamente en este mal tan "voluminoso".

Lorena Conti dijo...

Eso de pasarla con torturas sónicas suena terrible. ¿Y has logrado arreglar el problema? Ya es martes.

Lapapisa Grin dijo...

No cabe duda que nadie esta contento con lo que tiene. Si son capaces de escuchar el "mosquito bite" claman a gritos que es una tortura y suplican que por favor detengan ese chirrido insoportable!!!

Pero por otro lado, si no son capaces de escucharlo entonces el reclamo es acerca de otro tipo de tortura: de por que se les tenia que revelar (o comprobar) que esa facultad auditiva se fue junto con una parte de la tierna juventud!!

En fin...

Efe Pé dijo...

En realidad yo que no soy de muchas lecturas, y cuando me recomendaron ver este sitio no me entusiasmó mucho la idea, pero he de admitir que me he entretenido leyendo esas ocurrencias tan bien desarrolladas. Agradezco a quien me compartió esto, y ahora cuentan con otro lector más.

Ale Diaz dijo...

me guuuusta, buen post, como te dije comprendo el sentimiento y me encanta la forma en que lo escribiste. Buen blog, buenas ilustraciones :)

Por si no los han leído:

Related Posts with Thumbnails