sábado, 13 de junio de 2009

La música de los sonidos

De mi colección de comportamientos bizarros, destacan algunos que disfruto practicar frecuentemente. El primero es oir la misma canción repetidamente, decenas de veces. Otro es hablarme a mí mismo mientras conduzco. También me gusta repetir para mí mismo frases que he escuchado en el cine o que he oido decir por allí. Y -¡casi lo olvido!- me gusta leer en voz alta.

Pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que hacía estas cosas habitualmente. Pero más tiempo tuvo que pasar para que pudiera darme cuenta que todos estos hábitos estaban vinculados y tenían una explicación en común.

Comprendí todo luego de ver el corto Bullet in the Brain, protagonizado por Tom Noonan y basado en un cuento del escritor Tobias Wolff. En una escena, el protagonista recuerda un momento de su infancia, cuando oyó a otro niño pronunciar unas palabras de una forma tan incorrecta como lírica. Hipnotizado por los sonidos, el protagonista se queda repitiendo la frase una y otra vez, deleitado por el placer que le producía escucharla.





Y eso es justo lo que me pasa a mí. Al igual que uno come despacio para saborear un platillo, a mí me gusta oir ciertas cosas una y otra vez para captar todas sus candencias, sus tonos, sus ritmos. Y la voz humana es especialmente fascinante cuando se auna a las peculiaridades del hablar personal. La gente llega a tener frases tan emblemáticas que a veces únicamente necesito recitar en voz alta una o dos de ellas para recordar a esa persona tan vívidamente que casi la puedo ver.

Probablemente ese placer, esa pasión por los sonidos se origine de mi infancia, cuando me leían en voz alta. Los proponentes de la lectura rápida buscan eliminar la subvocalización, es decir, pronunciar mentalmente cada palabra que uno lee. Pero cuando realizo lectura recreativa nada hay tan placentero como la combinación de textos y audio. Tal vez por eso disfruto más las películas subtituladas que las dobladas a mi idioma.

Pero, como todo, leer en voz alta también tiene sus bemoles. El otro día, mi madre me reclamó que estuviera viendo tele, y me sugirió que leyera algo. Yo le respondí: "Madre, no puedo leer ahora. Me duele la garganta."

1 comentario:

Mary dijo...

Hola
Excelente tu blog, muy bueno, te felicito. Te animo seguir adelante.
Me encantaría contar contigo en un directorio que poseo.
Si lo deseas no dudes en escribirme a jackelinesilvajauregui@hotmail.com
Te deseo mucho éxito con tu blog.
Un saludo y un beso
Jackie

Por si no los han leído:

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