jueves, 12 de noviembre de 2009

La responsabilidad como entretenimiento


(foto: Dave Reede)

Parece ayer cuando lo divertido era ser un negligente. En mis tiempos, uno le daba largas sin fin a las tareas desagradables, posponiendo lo pesado, tedioso o repetitivo para enfocarse en el descanso y la relajación. Cualquier cosa que tuviera los más tenues indicios de obligación era evitada como si fuera el Demonio mismo. Durante generaciones enteras, la vagancia y la holgura fueron los ideales a los cuales el ser humano aspiraba a todo lo largo de la vida.

Pero los tiempos cambian, y las formas de entretenimiento también. Con abundante desasosiego he comprobado que los jóvenes de hoy en día encuentran inexplicable gozo y diversión en atender seres intangibles que no les dan nada a cambio más que mayores obligaciones.

Todo se inició con los tamagochi, esas mascotas virtuales introducidas por los japoneses hace varios años. Cada uno de estos populares juguetes tenía una pantalla diminuta que mostraba a un animalito que había que alimentar, mimar y limpiar presionando los botones del artefacto. No había ni puntos ni trama: el propósito del juego era sencillamente mantener viva a la bestiecita, lo cual era complicado pues los bichos virtuales eran más frágiles que los de verdad, y tenían la odiosa costumbre de morirse abrupta y dramáticamente si no se les atendía de forma copiosa. Esto obligaba a los pobres niños a vivir pendientes de sus aparatitos, llevándolos a todas partes para no desatenderlos ni un instante. Quienes hicieron su agosto fueron los psicólogos infantiles, que gracias al tamagochi recibieron hordas de pequeños pacientes con ataques de neurosis.

Hoy en día los tamagochi han cedido su lugar a algo más maquiavélico todavía: videojuegos de simulación donde los usuarios deben invertir horas y horas de su tiempo para construir y administrar ciudades, parques de diversiones o civilizaciones enteras que existen solo en la imaginación. En estos momentos es especialmente popular una versión donde se atiende a una granja virtual, en la cual hay que criar ganado y producir legumbres. Luego se venden los frutos de su arduo trabajo a cambio de dinero que únicamente sirve dentro del juego. Por si fuera poco, hay que ser muy constante, pues al igual que los tamagochi, las siembras se marchitan y las reses se mueren si no se les prodiga atención suficiente. Así, ve uno a esas mismas gentes que eran incapaces de regar el jardín o sacar a pasear a su perro, corriendo a casa porque se les hizo tarde para recoger su cosecha.

Por más que trato, no entiendo nada. Es como trabajar sin que te paguen y holgar sin descansar. Y es todavía más incomprensible cuando pienso en los inventores de esclavizantes juegos como estos, que en estos momentos deben estar dormitando en sus opulentas casas o bien la cubierta de algun yate recién comprado, mientras dinero de verdad se acumula a montones en sus cuentas bancarias, sin necesidad de estar sembrando ni cosechando vegetales de fantasía.

8 comentarios:

Ché Ché Ché dijo...

Esto de que se trabaje en una granja y se gane dinero que sólo sirve en la granja, es similar a la forma en las que plantaciones y las minas funcionaban a principios del siglo XX, pagándole a sus empleados con dinero que sólo era válido en la tienda de la compañía, donde tenían que comprar todo a los elevados precios dictados por la empresa.

Esta es la peor esclavitud de todas: la que uno elige conscientemente.

Unknown dijo...

Trabajar, ganar, gastar por placer y sin preocupaciones no siempre es real, todos tenemos ese deseo latente de ser poderosos y tener bienes, estos juegos hacen que la gente reciba una ilusión a cambio de su tiempo. Se sienten orgullosos al decir "__sembre a las 8pm coseche a las 5am, y me tuve que levantar a las 3am a abonar... pero hoy pude comprar mi villa!!!!__" pfff, es sólo una ilusión, pero es una ilusión que los llena y los hace sentir orgullo de su tenacidad y esfuerzo.

Unknown dijo...

Uno de mis hermanos es fans de esos juegos: Civilización, Cesar, StarCraft, etc. Y ha desarrollado bastante habilidad para manejar esas ciudades virtuales, personalmente solo lo miro emocionante a la hora que se desata la guerra. A mi me gustan los de Zelda y ahora estoy con Zelda:Twilight Princess, sin embargo hacer tanta tareas pequeñas -hasta mandados de otros he ir de pesca- para poder ir a cada templo (donde se desarrolla la acción) resulta un poco cansado.

Prado dijo...

deberían hacer un juego donde uno trate de vivir en la zona dieciocho.

Rachel Macadamia dijo...

Jajaja… la verdad es que esta es una gran tontería, pero estoy enganchada con esta cosa de las granjas virtuales. Al menos así, despues de pasarse el día en la granja una no apesta a fertilizante.

Lafán dijo...

A mí me pone en qué pensar este fenómeno de la gente que cuida algo que no existe y descuida a los seres que la rodean, simplemente por estar pegada a una pantalla. Pero de lo que sí tengo certeza es que se trata de un método anticonceptivo muy eficaz, que fomenta el celibato en los solteros y el espaciamiento de la prole en los casados. Y creo hasta puede ser incorporado a los manuales de educación sexual del Ministerio de Educación y de la Conferencia Episcopal como una forma de dirimir el conflicto que se traen actualmente.

M. G. Alonzo dijo...

Ahhh!!! ¡Pero cómo molesta esa gente que no comparte los vicios! ¿Y qué si me paso media hora de mi existencia tratando de hacer algo no productivo y mucho menos esencial para mi "personal growth"? Además, es cuestión de entender la carajada para saber aplicar estrategias en el juego (por cierto, las reses NO SE MUEREN), que te permitan continuar con tu vida diaria, cumplir con tareas de la universidad y trabajos requeridos, sin falta alguna (hasta lavar platos, ordenar y limpiar)... ni mucho menos tener que poner el despertador para levantarte a determinada hora sólo para cosechar unas berenjenas. Por otro lado, no es necesario ser adicto a estas obligaciones fantasiosas auto impositivas de los juegos: hay OTROS que se dedican a escribir diariamente en blogs, sagaces, ácidos y afilados artículos, que les consumen tiempo, (para compartir en conversatorios con personas reales), que tampoco les proveerán de ninguna retribución monetaria, ni mucho menos de yates o casas en Manhattan... y que al fin, resulta ser la misma vaina, y no les produce más que satisfacción y orgullo propios, al igual que al granjero virtual cuando avanza a un nuevo nivel.

Jerry Thom dijo...

Miren la versión chapina de esta vaina!!

Farmville, versión Guate

Por si no los han leído:

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