lunes, 18 de enero de 2010

Sangriento fanatismo


(Imagen: Haunted Flower)

Quien tenga adolescentes en casa sabe que éstos tienden a tener intereses raros, lo cual por lo general no es razón para alarmarse. Sin embargo, si su adolescente ha empezado a manifestar un interés desmedido en el noctambulismo y las morcillas, entonces es muy probable que tenga en su casa una víctima más de la vampirofilia.

La fascinación por los vampiros ha existido desde tiempos inmemoriales. Pero no fue sino hasta que Bram Stocker creó a su famoso conde, que la figura del vampiro pasó de ser una aberración a una amenaza chic, creando un fértil campo para que escritores y cineastas lucraran con esta tan particular obsesión popular. Desde entonces, a pesar de uno que otro altibajo, los vampiros nunca han dejado de estar de moda. Sin embargo, la cosa se ha vuelto de locos últimamente.

Todo empezó el año pasado, cuando Hollywood decidió filmar una película basada en una popular serie de libros sobre vampiros adolescentes. A partir de ese momento, la maquinaria mercadológica empezó a funcionar, y los rostros de los jóvenes sanguijuelas pronto estuvieron en todas partes: vallas panorámicas, anuncios televisivos, sitios en Internet, revistas, periódicos, etc. Ahora que han sacado la segunda entrega de la saga vampírica, los engranajes del mercadeo han vuelto a funcionar, expeliendo material promocional por doquier. Y como siempre pasa cuando hay una nueva moda, decenas de imitadores han surgido con sus propias historietas, películas y programas de televisión, todos dispuesto para chupar cada centavo de las carteras de los fanáticos.

Lo que no parece molestar a ninguno de los aficionados es la serie de desventajas que el vampirismo posee. A diferencia de los licántropos, cuya existencia está vinculada con los lobos, los vampiros están vinculados con el murciélago, un primo no tan lejano de las ratas. En síntesis, se identifican con un roedor volador. La dieta es insufriblemente monótona: sangre los tres tiempos, con el agravante de no poder acompañarla de un delicioso pan con mantequilla de ajo. Condenados de por vida a verse paliduchos, aun en pleno verano. Peinarse es un gran problema, pues es bien sabido que los vampiros no pueden usar espejos. Para los vampiros católicos, hay un agravante adicional: hay que tener en mente nunca hacer la señal de la cruz, pues esto para un vampiro equivale al suicidio.

¿Por qué entonces, tanto entusiasmo juvenil por el vampirismo? Pues primero que nada, los vampiros son inmortales y como no se exponen al sol, no se arrugan. Esto es un gran ahorro en cremas y en inyecciones de Botox. Como pueden volar por los aires se ahorran un dineral en boletos de avión. Los vampiros suelen tener mucha fuerza sin necesidad de levantar pesas o gastar en esteroides. Como nunca ingieren pasteles ni dulces, nunca les dan caries. Y precisamente como se adscriben a una dieta de líquidos, tampoco engordan.

Y allí está el quid del asunto. La mayoría de los adolescentes haría lo que fuera por permanecer siempre jóvenes, bellos, poderosos e inmortales. Asi ¿quién no va a querer ser un vampiro?

5 comentarios:

Prado dijo...

con eso de los espejos, habrá que pensar que los vampiros no pueden entrar a un hotel de paso.

ja!

Zapato Rojo dijo...

Pueden los vampiros entrar a los hoteles de paso? Buena pregunta!

Pues lo que se dice poder, claro que pueden, pero para ellos no tendría mucha gracia, pues solo una persona se vería reflejada. Y eso sólo si la otra persona no es una chupasangre.

Ahora donde sí que no pueden entrar los vampiros es a los restaurantes italianos o coreanos. Allí el aire está tan saturado de ajo que les sacaría urticaria.

Roberto Tek dijo...

Yo sería un pésimo vampiro. No puedo ver la sangre ni en pintura, así que creo que moriría de inanición.

Go Jira dijo...

Algo que siempre me he preguntado: el VIH causará botulismo a los vampiros??

Sil Velasco dijo...

La imagen que acompaña este artículo me recuerda el logo de los Rolling Stones. ¿A ustedes no?

Por si no los han leído:

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