jueves, 16 de julio de 2009

Tener siempre vecino, calvario del citadino

Una de las cosas más abrumadoras que se aprenden al vivir en ciudad es que, se viva donde se viva, tendrá uno vecinos.

Una casa normal tiene por lo regular tres vecinos: uno a la derecha, otro a la izquierda y uno por la retaguardia. Los mejor librados son los que viven en una esquina: allí solo hay que compartir pared con dos gentes. En cambio, los condominios son terribles, pues además hay que preocuparse de los que viven enfrente. Definitivamente lo peor es vivir en apartamento. Allí no solo hay vecinos a los lados y enfrente, sino arriba y abajo.

Vecinos me han tocado de todo tipo. Buenos o malos, escandalosos o callados, maravillosos o escalofriantes. Pero siempre pintorescos.

Durante un tiempo tuve un vecino exhibicionista y un poco loco, que salía semidesnudo a lavar su carro todos los fines de semana. Lamentablemente, físico de atleta no tenía, y si quería atraer damas no lo consiguió. Mas bien, todo lo contrario.

En otra ocasión, mi madre se molestó con unos vecinos muy devotos que dieron en ensayar sus cantos e himnos religiosos a todo volumen el fin de semana entero. Tal vez el mayor problema es que no son los mejores músicos, y no se saben bien las canciones, así que repetían los mismos trozos una y otra vez. Mi progenitora comenzó a subir el volumen para no oir, pero finalmente ella sacó una grabadora al patio, la prendió a todo volumen con música de marimbas y salío a esconderse, como quien pone un mortero. Luego de ese torrente de decibelios, los vecinos batieron retirada. Fue una victoria pírrica, sin embargo, pues mi madre paró con zumbido de oídos toda la semana siguiente.

Sin embargo, mi anécdota favorita de vecinos fue la vez que se mudó una pareja de jóvenes extranjeros a la casa de atrás. Esa noche, comenzaron a oirse vigorosos gritos y gemidos por toda la vecindad. Al escuchar con un poco de atención el escándalo, no fue dificil concluir que la pareja estaba dando rienda suelta a su fogosidad carnal. Cosas de la juventud. Pero lo que hace especialmente divertida esta historia fue el estado de negación que la situación provocó en mi anciana abuelita. "Seguro están haciendo ejercicio", decia la pobre, a todo el que quisiera oirla. Porque es bien sabido que la mejor forma de hacer ejercicio es a media noche, con las luces apagadas.

3 comentarios:

Marla Contreras dijo...

mmmmmmmm eso de los vecinos, es un dolor,,yo unos tan metiches, que cuando alguien llega a buscarme a mi casa y no estoy la señora de enfrente se encarga de dar todos los detalles de la hora en que me fui, en el carro que iba o con quien iba...y por si fuera poco, hay otro que su familia cumple años creo que todos los domingos porque tiene la peculiaridad de quemar cuetes a las 5 de la mañana al menos 3 domingos a l mes,,,en fin,

Oliver Aguilar dijo...

Alli vendes tu carro y te compras un tu camellito!!

Incognitus dijo...

este XD tan mal pensado, fijo estaban haciendo ejercicio....SI PUES! jajaja

Por si no los han leído:

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