lunes, 15 de febrero de 2010

De Valentín, con cariño

(Foto: The Image Bank)

Cada vez que se acerca el Día del Cariño, se produce un enfrentamiento nada cariñoso entre los partidarios de dos líneas de pensamiento opuestas e igualmente poderosas: los románticos idealistas contra los románticos conformistas.


Los conformistas consideran que el Día de San Valentín es algo tan sagrado como la Navidad y por lo mismo hay que celebrarlo por todo lo alto. Los idealistas proclaman su rechazo a la fecha, diciendo que ellos no necesitan que les fijen un día para expresar su cariño, y el verdadero cariño no se expresa de forma materialista.

Yo soy capaz de ver ambos lados de la turbulencia pues en mí se conjugan ambos: soy un idealista conformista. El lado idealista quiere ser único en sus manifestaciones de amor, pero el conformista sabe que ser original es agotador y por ello agradece que haya formas tradicionales de expresar algo tan inexpresable como el cariño. Que unas onzas de chocolate, una cena o un bonito arreglo de flores puedan manifestarle a los seres queridos el afecto que uno siente por ellos, es una bendición. El idealista sabe que todo el año es para expresar cariño, pero el conformista sabe que si no se designa un día específico para ello, difícilmente haría uno a un lado la ajetreada agenda para conectar con los seres queridos.

Entre los idealistas existe una fiera oposición al exuberante comercialismo de San Valentín, pero ¡vamos! si hay una fecha inventada expresamente para ser comercializada, es esta. Este día representa un enorme ingreso para las industrias de tarjetas de congratulación, joyería, restaurantes, floristerías y confites. Todo esto ayuda a la economía y da empleo a miles de personas. ¿Cómo puede ser malo eso?

Y si escarbamos un poco descubriremos que muchos de los opositores de San Valentín no están motivados por un idealismo verdadero, sino por tacañería, pereza y/o resentimiento. Esta gente odia a la celebración porque les representa tener que abandonar su sillón favorito frente al televisor y salir a comprar obsequios para sus seres queridos. Por su parte, los amargados por malas experiencias amorosas, desean acabar con la festividad para no ser los únicos que se queden en casa sin salir.

Al final, en gustos se rompen géneros y cada uno está en total libertad de celebrar el día como se les plazca. Pero como sea que lo celebren, ojalá no sigan el consejo del doctor Sheldon Cooper, un personaje del programa The Big Bang Theory:  
“Si el Día de San Valentín conmemora la lapidacion y decapitación de San Valentín, ¿acaso no sería más apropiado celebrar el día asistiendo a una ejecución pública?”

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