jueves, 11 de marzo de 2010

Metales pesados, parte uno

(Foto: Burke Sampson)

Si se lo hubieran dicho hace veinte años, él no lo hubiera creído. Hubiera dicho que una banda de rock tan grande como esa nunca iba a fijarse en un minúsculo país tercermundista como el suyo. Y durante mucho tiempo, él estuvo en lo correcto. Pero algunos nuncas se llegan.

Hubo muchas falsas alarmas. Diez años atrás, la gente estaba segura de que La Gran Banda de Rock iba a venir, pero nada se materializó. Luego, un lustro después, reiniciaron los rumores. Pero nada sucedió, y mucha gente creyó que nunca iba a suceder. Pero a finales del año pasado, comenzó a hacerse más y más evidente que LGBR sí iba a llegar al país. La gente comenzó a entusiasmarse fuertemente. A pesar de LGBR llevaba 30 años de existir y hacía 20 que no sacaba un album digno de oirse, su música había impactado de forma indeleble la adolescencia de miles de personas. Además, ahora habían hecho un cambio en su música y habían regresado a sus orígenes.

Él consideró ir al concierto, pero recordó sus experiencias anteriores. En el último concierto al que había asistido, había estado a punto de morir aplastado por la multitud a tan sólo diez metros del cantantante. También se habían producido unos disturbios bastante fuertes. El colmo fue cuando la multitud de las localidades de precio económico invadió la sección VIP. Por estas y muchas otras razones, él no quería asistir.

Pero sus amigos sí. Para ellos el concierto era una oportunidad de subirse a la máquina del tiempo llamada nostalgia y viajar a una época mucho más sencilla, carente de compromisos y repleta de juventud. Contagiado por su entusiasmo y dúctil ante la presión de grupo, él accedió a acompañarlos, aunque no pensaba pasársela demasiado bien.

El día del concierto, él reconsideró la sabiduría de su decisión. El área alrededor del estadio hormigueaba de gente y había sido transformada en una especie de mercado express, con decenas de puestos de comida y ventas de todo tipo. Si bien el licor estaba prohibido adentro de las instalaciones, la gente lo consumía libremente antes de entrar. Él estaba sorprendido del nivel de fanatismo exhibido por algunas personas. Había gente que había viajado varias horas en buses para asistir. Otros habían acampado con días de anticipación para no perder su lugar en la cola. ¿En que lugar había venido a meterse?

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Lecturas relacionadas: Metales pesados, parte dos.

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